Capitulo 5: El viaje en el campo

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Mi mente da vueltas y saltos sin parar, confundiéndome. El campo de flores, se siente tan real y el olor de las dulces flores. Las figuras de personas caminando en mi dirección. Escucho voces balbuceando y unos ojos grises al abrir mis ojos. Veo sus labios moverse, sin volumen. Al cerrar los ojos todo se vuelve a mover mientras el mismo chico dice que no me preocupe y todo estará bien.

La cabeza vuelve a punzarme, así que grito, este dolor es insoportable. No puedo mantenerme el tiempo suficiente, despierta. Mi cuerpo está empapado en sudor y mis dientes no paran de temblar por el frío. Una mano cariñosa se posa en mi rostro con un trapo caliente, dándome esa deliciosa sensación de calidad. La mujer realmente hermosa que estaba conmigo en un cuarto completamente oscuro. Finalmente, mi vista se enfoca, la luz de la ventana que hace unos segundos no emitía nada. Camino despacio por las escaleras hasta ver el chico de mi sueño de anoche.

—Ladrón, ¡ladrón! —Cada objeto que encuentro se lo aviento para defenderme

—No, no soy un ladrón, esta es mi casa, pero para. Mi familia y yo solo queremos ayudarte.

—No los conozco, ¿Por qué debería confiar en ustedes? 

—Puedes darme el beneficio de la duda, prometo ayudarte. 

La ropa que traía parece ser antigua al igual que la casa ¿porque estaba así vestido?

El comedor estaba lleno de comida y con un delicioso olor y la mesa llena de manjares exquisito. Sus vestimentas eran extrañas, algo típicas, pero tenían un toque europeo. La alegría que sentían al sentarme a la mesa en la cual pronto tendría filosas espadas en mi cuello lleno de preguntas. El señor sentado en la cabecera de la mesa con lo que puede ser su mujer a la derecha y su hijo a la izquierda.

En mi cabeza resonaban muchas preguntas y miedos al sentarme en la mesa con personas desconocidas que posiblemente me secuestraron. Quizás no y solo me están ayudando, pero es un riego que no puedo correr. El mundo es malvado y cruel, incluso loco. El periódico de la mesa me puede ayudar a saber dónde estoy, aunque, está algo lejos y tiene la letra muy pequeña.

—Señores, ¿Me prestarían un teléfono? —La cara de confusión de todos me estaba asustando.

He leído en algunas revistas que hay un pueblo que no tiene contacto con la tecnología. A diferencia de algunas comunidades indígenas que mantienen sus costumbres y conocen estos recursos. Si mi hipótesis es correcta estamos muy lejos de la civilización que conozco, pero ¿Cómo lleguen aquí? Es casi imposible. Estas comunidades están escondidas y descubrir su paradero al ser tan poco interesante y estar desconectados al cien por ciento es casi imposible. Alguien tuvo que traerme hasta acá porque por una carretera no fue.

Tengo que tener cuidado con cada palabra porque algunos rumores cuentan que llegan a portarse de una manera agresiva e incluso atacar a las personas. Esas personas que intentaron contarles sobre otro mundo desaparecieron. No debo de que preocuparme, son solo rumores, leyendas, historias que inventan las personas, mentiras, pero prefiero no arriesgarme.

—Señorita, entiendo que esté muy confundida y es normal que sienta miedo. Trataremos de ayudarla, permítame presentarme. Soy Habacus, ella es mi esposa Melania—La señora joven procede a sonreírme con cariño—Y mi hijo Declan.

En la mirada de la familia puedo notar que quieren decir algo, pero están escogiendo las palabras correctas para hacerlo. Yo debo tener el mimo cuidado, mi familia me mataría si saliera un escándalo como este. Mi aparente desaparición y estar en un pueblo de estos, el cual tiene muy mala fama entre la nación. Me harían la vida de cuadritos.

Los reporteros se emocionarían e inventarían historias del porqué de mi secuestro o si realmente fue uno. Ya puedo verme en todas las noticias del país como el mayor escándalo y uno me extrañaría que se encargara de eso Jezabel. Ella sí es una traidora y una amante, al igual que ese cobarde de Brais. Otro problema a la lista, esos dos miserables me engañaron y yo no puedo exponerlos.

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