Capitulo 23: ¡Anda!

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En este preciso momento puedo ver a Calíope en los ojos y la manera de hablar en Habacus. Él había presentido lo mismo que su hija, pero más tarde o de forma disimulada, hasta ahora que está hablando de frente. Tiene sospechas gracias a la pluma y me está pidiendo respuestas.

—¿Qué es lo que quiere decirme? —pregunté.

Es necesario confrontar las situaciones de frente antes que sean tan grandes capaces de derribarme por la espalda.

—Usted es una joven peculiar. Su historia es atípica y una prueba de eso son sus heridas —exhala. —No sabes utilizar una pluma, pero si leer y escribir. Tampoco estás preocupada por su familia. Eres una niña de cuna.

—Mi familia es de las más importantes, pero eso usted ya lo sabía —le recuerdo.

—Si —afirma. —Nosotros le hemos tomado aprecio y usted se está integrando en un miembro más de nuestro hogar.

Mi padrino comienza abriendo y cerrando los cajones, revolviendo cualquier cosa que estuviera. Es momento de comenzar a cruzar los dedos y suplicar que no sea un arma para amenazarme con contarle la verdad. Habacus no es esa clase de persona, pero haría cualquier cosa para proteger a su familia.

El vínculo que se forma con las personas que amamos es importante en especial, la confianza que se tiene para protegerlos es aún más. Su familia es su prioridad y es su deber protegerla de quien sea. No lo tomo personal debido a que mi historia se está saliendo de las manos y la mentira solo crece y se está haciendo cada vez más evidente.

—Necesito que se pruebe esto. —Saca una cadenita de oro con una piedra morada mediana. — Es un regalo para mi hija.

No es muy normal que al inicio de una confrontación le soliciten colocarse un collar para un regalo.

—Solo obedezca, no está envenenado. —Mis ojos casi salen de mis cuencas. — No la pienso matar, confié en mí.

No pierdo nada, excepto la vida, pero no tengo mucha opción en este momento para salvarla.

—¿Es usted una espía? —pregunta.

Suelto una carcajada. —¿De quién sería espía? Es ilógico.

—Conteste la pregunta —solicita.

—No, no soy una espía.

—¿Por qué no vuelve con su familia? —pregunta. —La familia de su madre o algún familiar lejano que pueda ayudarla.

—Me están quitando la ayuda.

—No.

—Si.

—No.

—Si —afirmo nuevamente. — Está bien, yo no soy nada suyo y me encuentro sana, le agradezco su ayuda.

—¡No la estoy echando! Solo deseo entenderla para poder ayudarla, nadie la va a echar.

—Por el lado de mi madre la relación es limitada, solo política. Por mi padre es el único que he tenido relación, pero únicamente de la línea directa.

—¿Línea directa?

—Sí, es la línea sucesora directa —trato de explicar. — Los herederos primogénitos, sin importar si son hombres o mujeres. Durante muchas generaciones hubo una maldición donde no nacía una niña, hasta ahora.

—¿Podría usted explicarme esa historia? —pide.

—Es parte de quienes somos.

>>Tenían poder y riqueza; un día perdieron absolutamente todo y su lugar fue arrebatado por el segundo hermano. El hermano mayor le dieron una profecía que sus descendientes recuperarían lo que perdieron, pero sería una niña quien exigirá ese derecho y devolvería todo. Durante algunas generaciones no nació ninguna niña como primogénita. Mi padre nunca amó a mi madre, pero sin querer llegué yo y era la esperanza que tanto buscaban.

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