Capitulo 9: Comezón por error

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Después de algunas horas leyendo disfrutando la locura de un libro tan antiguo no fuera un aburrimiento considerando la época. Todo es una fantasía, pero considerando en donde o mejor dicho cuando me encuentro me hace dudar. Es increíble cómo se puede disfrutar de las letras que parecen no ser tan importantes.

—Es bueno saber que está tomando aire fresco, señorita—La voz del doctor bajando de la carreta me desconecto de mi lectura. —Es bueno encontrarla aquí.

—Doctor, no le escuche ¿quiere que llame a la señora Melania? —Digo con la esperanza que aparezca mágicamente para no levantarme.

—No es necesario, solo venía a dejar la crema y recuerde aplicarla de dos a tres veces al día. —ordeno, después coloco el frasco en mis piernas—Ahora debo partir.

Así de rápido como llego se fue, debe tener una vida muy ocupada.

No puedo dejar de mirar el frasco en mi regazo es completamente distinto al que me trajo Delcan en todos los sentidos color, olor y consistencia. Ambos son para mis moretones, talvez se curen rápidamente si utilizo ambas.

A lo lejos puedo notar al señor Habacus y sus hijos vienen en mi dirección riendo todos sucios llenos de tierra y barro. Probablemente estuvieron el campo cuidando las flores para estar sucios, pero el desastre en el que estaban era como si fueran enterrados y luego se levantaron del suelo.

—Querida, el almuerzo —Un jadeo sale de ella. Sus manos son llevadas a su boca con tal sorpresa—¿A ustedes que les sucedió? Ya vieron como están todos mugrientos ¡qué horror!

Calíope levantó la mano en victoria llena de alegría corriendo a dirección de la casa besando a su madre sin importarle que entre más cerca esta se ve peor. La señora Melania está a punto de darle un paro cardiaco.

—Espero que ustedes laven esa ropa y sus risas es por su felicidad en lo emocionante en lo impráctico que es lavar la ropa — Dice furiosa. Cruza sus brazos mirando con reproche a su marido—En especial tú que estoy segura de que incentivaste la guerra y ni piensen que van a entrar a la casa así.

—Esposa mía

—Nada, ya les traigo unas cubetas con agua y algo para que se sequen porque mojado el piso tampoco. — Da media vuelta y antes de entrar se detiene. —Dense prisa el almuerzo está casi listo así que el baño debe ser rápido.

—Bueno, niños, ya oyeron a su madre, al granero. —Dijo Habacus rindiéndose. —¿Declan, puedes llevar las cubetas? Tengo que hablar con tu hermana. —Con un gesto de la cabeza a su hija. —Amalia, es bueno verte fuera del cuarto.

Padre e hija se fueron hablando en dirección al granero que estaba algo lejos de la casa. Al parecer debe ser importante porque desea tener un tiempo a solas para hablar sin ser interrumpidos. Se fueron juntos caminando hacia el granero para quitar mi mirada de ellos hacia el castaño. Él parecía estar algo inquieto observando su familia tambaleándose entre sus pies de punta a talón. Melania llegó con dos cubetas de aguas llenas y unos paños en su hombro para entregárselos a su hijo para entrar rápidamente a su casa.

Sus ojos por un segundo conectaron con los míos haciendo que suelte una risa cuando desvía la mirada a uno de los paños cae en la cubeta de agua que intentaba levantar. Al sacarlo está completamente empapado imposible de utilizarlo y no puedo evitar soltar una carcajada.

Primero el golpe con la puerta y ahora el paño en la cubeta, algo me hace pensar que es un chico un poco torpe a veces.

—No he utilizado la crema aun, yo...

—Pu... es mejor usarla de noche, lo siento lo olvidé mencionarlo. —hablando algo bajo. Rápidamente recoge todo para irse y comenzar a avanzar lejos de la casa.

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