Capitulo 11 Descubriendo un pedazo de sueños

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Mi mano duda en abrir la puerta por unos instantes, pero de todas maneras decido entrar. Me quedo unos minutos afuera de la casa pensando en que hacer exactamente y una loca idea cruzo mi mente.

Al entrar en la habitación puedo observar su cama, una mesa con dos sillas, una chimenea, un estante de libros, entre otras cosas. Hay pedazos de tela, hilos, agujas y otros materiales con un vestido incompleto. Declan estaba dormido con su espalda en la pared. Cierro la puerta con los nervios recorriendo todo mi cuerpo y abriendo el frasco con el corazón latiendo fuertemente.

—Declan, despierta arriba, vamos. —Hablo lo más alto que puedo y sigue profundo sin dar señales de querer despertar. Bailo y aplaudo para generar el ritmo de mi cabeza. —Un dos tres arriba un dos tres despierta un dos tres se levanta de una vez un dos tres...Ya entendí esto no está funcionando.

Me agacho lentamente y con mi dedo índice toco su hombro llamándolo por su nombre. Lo zarandeo más fuerte y no suelta ni una queja por la brusquedad del movimiento que despertaría a alguien en teoría tendría que hacerlo. El florero me da una idea que si no despierta es porque está en coma. Me alejo y cojo el florero saco las flores para tirar toda el agua que contenía.

Despierta asustado como es lógico, mirando por todas partes, sorprendido al ver el jarrón en mis manos.

—¿Por- porque hiciiiste eso?

Suspiro.

—Quiero demostrarte que no es tu culpa lo que paso y no eres un inútil, al contrario. Los accidentes pueden ser causados por información que se desconoce.

—Sí, pero yo debí pregun...

—¡Estoy hablado! —le regaño. —Siéntese en la cama—ordeno con un movimiento de cabeza. Él intenta recoger todo el desorden. —¡Suelta eso! A la cama, ¡ahora!

Eso son tan mal.

No lo mal pienses que se va a volver más incómodo.

—No te muevas, te quedarás sentado observando todos mis movimientos ¿entendiste? —Él asiente lentamente. —Muy bien.

Coloco mis dedos en mis hombros para deslizar suavemente la bata por mis brazos hasta caer al suelo.

—¿Qué, pero que, que haces?

—Silencio.

Para él en este momento me encuentro en ropa interior al tener en pocas palabras solo el camisón. Al quitarme la bata podía dejar al descubierto mis brazos para mostrar mis moretones. Tomo la crema y comienzo a untar por toda mi piel con cuidado de no lastimarme.

—Su madre hizo un jabón para cuidar mejor mi piel por los hematomas, ese jabón era de avena pura la cual soy alérgica. Cualquier contacto me produce un brote, no importa que tan pequeño sea.

Camino en dirección a la cama y quedar a su lado conectando nuestras miradas como si fuera un reto. No era como de su hermana que era de desafío constante como un reto y con él ahora es diferente.

—¿Confías en ti? —pregunto.

—No. —Agacha la cabeza para quitar su mirada.

—Si te lo pido, ¿confiarías en mí? —pregunto nuevamente.

—Si

Camino hasta entrar en el espacio entre sus piernas sin dejar una distancia prudente, pero mis rodillas estaban dentro de donde estaban las suyas. Esa era mi límite para no acercarme más, ya era muy corta. Un pequeño impulso para cortar la distancia se hacía presente. Mi respiración era más profunda, distinta a la de mi acompañante, que era pausada como si fuera algo difícil de hacer.

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