💎 Uno 💎

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JUNGKOOK

Objetivamente, sé de qué modo son las cosas. Conozco cada concepto, cada dinámica, cada juego y cada rol. Lo sé todo y, aun así, no sé nada. Porque no sé quién soy.

Sé mi nombre, porque Jeon Jungkook aparece junto a la casilla publicitaria del club que construí desde los cimientos para fingir ser alguien, fingir que lo sé. Sé, que mi negocio ha sido un punto de partida para muchos que se interesan en este estilo de vida y para quienes necesitan un espacio donde ser ellos mismos. Sé que mi mejor amigo, el que ha estado conmigo desde la universidad y conoce tan bien este mundo como yo, tiene todo lo que yo desearía tener. Una definición, un estatus y un compañero.

Yoongi es un dominante, de esos que lo llevan en la sangre y en la piel. Que demuestran su dominio en cada pequeño espacio de su vida. Es un maestro de la dominación con un aprendiz que todo el que lo sabe lo envidia. Tiene estabilidad, tiene un sumiso, tiene una personalidad.

Yo.

Yo no sé lo que soy, aunque debería saberlo. Sin embargo, soy la definición de las inseguridades, de los complejos y de la falta de confianza. Y si no puedo confiar en mi mismo y definirme, cómo se supone que voy a confiar en alguien más o dejar que confíe en mi.

Confío en Yoongi y aun así no soy capaz de dejarle ver a través de la máscara. Porque mi confianza en los demás llega hasta donde la fe en mi lo hace y de eso, no hay nada.

Todo lo que hay es un anfitrión detrás de un antifaz, un club repleto de todas las perversiones conocidas en el BDSM y una copa llena de lo que parece ser vino, pero que nadie sabe que realmente es simple y dulce jugo de uvas.

—¿Qué es esto?

La suave voz del pequeño rayo de sol que llegó a Dominans con el sumiso de Yoongi me saca de mis profundas divagaciones.

El chico vestido como si fuera al colegio y no como si pensara entrar a un sitio lleno de pervertidos y juguetes sexuales de todo tamaño y color fue un verdadero descubrimiento. Los ojos agrandados por la curiosidad de ver todo lo que tiene al alcance, la boca rosada fruncida en un puchero coloreado por el bálsamo rosa y formando un corazón mientras frunce la boca cada vez más. Las manos ávidas por tocar y conocer las texturas de todo lo que se expone a la vista de los visitantes. El brazalete morado lo identifica como no interesado, pero el brillo en sus ojos, el movimiento de sus dedos y el rubor en sus mejillas dicen lo contrario. Necesita conocer más y darse cuenta de que esto podría ser lo suyo, pero hace falta alguien para que le enseñe. Quisiera ser yo quien le muestre las bondades de pertenecer a un mundo donde los limites los pone uno mismo, pero no soy el indicado y por el momento, un tour es todo lo que le puedo dar.

—Esto es un banco de castigo —le digo, acariciando con los dedos el suave tapiz de cuero rojo en el mueble que descansa en el rincón de una de las habitaciones semi privadas, una lo bastante lejos de la que actualmente ocupa Yoongi con su sumiso, al que debe estar dándole un castigo por haber desaparecido la otra noche.

—¿Cómo se usa?

Bendita su curiosidad y las cosas que me hace. Sé que nunca se debe estereotipar en este mundo, pero irradia una sumisión casi tan natural como la de su amigo rubio que es difícil de ignorar.

—Depende de la creatividad del Dom que esté a punto de repartir su castigo. Puede inclinar al sumiso sobre su estómago, con las piernas a cada lado del banco y atarlo con esposas que se enganchan a la pequeña aldaba en el otro extremo, de ese modo puede azotarlo con mayor comodidad y libertad. Si el banco es más ancho, la posición puede ser de espaldas, manos amarradas a los costados y hacer un juego sensorial, edging o lo que sea. El límite está en la imaginación y cuanto está dispuesto a permitir el sumiso.

Dominus |KookHope| #1.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora