Amaia
Me tomo un segundo antes de coger la llamada, probablemente en el último pitido, porque la voz de mi madre retumba en cada centímetro de mi piel.
— Amaia Duarte.
Cierro los ojos y me masajeo la sien con los dedos cuando escucho mi apellido, porque eso tan solo puede significar una cosa y no es para nada buena.
— Mamá...
La escucho caminar de un lugar a otro, dando pasos demasiado cortos y eso significa que está más enfadada de lo que imaginaba.
— Llevas ignorando mis llamadas durante días. ¿Crees que no debería de estar enfadada? — pregunta.
No respondo, porque eso tan solo lo empeoraría. Me mantengo en silencio hasta que suspiro y digo:
— Lo siento.
— Cuida a dos hijos tú sola para que después terminen cubriéndose las espaldas el uno al otro — murmura por lo bajo y no puedo evitar sonreír, porque supongo que hay cosas que nunca cambian — Airas ya me lo ha dicho todo, no te preocupes, no es necesario que te excuses, pero podrías habérselo dicho tú a tu propia madre y que no tenga que enterarse por segundas personas.
Habla de ella misma en tercera persona y no puedo evitar mirar hacia el cielo cuando me doy cuenta de que tal vez comience a llover.
— ¿Sigues sin poder pintar? — pregunta esta vez de un modo más suave, sorprendiéndome una vez más con sus cambios de actitud, pero noto al instante su preocupación por mí y siento como si fuese capaz de abrazarme el corazón desde miles de kilómetros.
No respondo nada, y la conversación habría quedado ahí si no fuera por mi madre, que lo que habitualmente hace es suspirar y darme tiempo, porque conociéndome sabe que es lo único que funciona, pero esta vez no es así.
Esta vez parece saber que todas mis opciones se han agotado, que no sé en que dirección debo caminar y que estoy más perdida que nunca, porque entonces dice:
— Vuelve a casa, cariño.
Un escalofrío me recorre la columna vertebral, obligándome a detenerme en la que es probablemente una de las calles más transitadas de la ciudad, a apenas un par de cientos del apartamento de Enzo.
Varias personas deben esquivarme porque ni siquiera puedo retomar mi camino.
— ¿Qué? — pregunto.
— Llevas casi tres años sin venir y las vacaciones de verano son en apenas unos meses — Y el momento en el que tengo que entregar esos cuadros que todavía no he empezado a pintar — están a la vuelta de la esquina, si no tardas mucho en decidirte puedo ayudarte a pagar los vuelos. Llevo ahorrando un tiempo y seguro que...
Pero ahora mismo el dinero no es el problema. No sabiendo que Enzo tiene tantos contactos que podría conseguir una de las mejores ofertas del mercado.
Ese no es el problema.
— No lo sé, mamá.
— Tal vez es lo que necesitas, un cambio de aires y... regresar a casa puede darte todo lo que no tienes allí. — las lágrimas amenazan con desbordarse de mis ojos cuando escucho como su voz se rompe — Sabes que te recibiremos con los brazos abiertos.
Vuelve a casa, vuelve a casa...
Esas palabras se repiten constantemente en mi cabeza, una y otra vez hasta que con esfuerzo logro decir:
— Déjame pensarlo.
— Prométeme que lo reconsiderarás.
— Te lo prometo.
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Vuelve, Margarita
RomanceDos años y cuatro meses. Ese es el tiempo en el que no han sabido nada el uno del otro, pero todo cambia cuando Iago recibe un correo electrónico que fue escrito el mismo día que la vio por última vez, pero programado para enviarse dos años más tard...