Reencuentro

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Decidiste caer rendida antes los pies de los inquisidores, creyendo que estarían listos para atravesarte con sus sables de luz, pero la realidad era totalmente diferente a lo que tu pensabas. Ellos no iban detrás de ti para matarte, sino que solo para capturarte y llevarte con el.

La habitación en la que te encerraron estaba terriblemente congelada, tanto que no encontrabas la manera de entrar en calor. La luz era escasa y tus ojos estaban cansados por forzar tanto la vista con intención de ver algo. No había nada más que una cama sin sábanas o algo que la cubriera y como si fuera poco, tu estómago gruñia por algo de comer.

Los únicos dos Soldados que vigilaban las puerta, entraron en la habitación para tomarte de tus brazos, arrastrandote por los pasillos hasta llegar a otra habitación oscura y de baja temperatura. Ahí te encontraste con aquel monstruo al que juraste proteger.

—Palpatine... —pronunciaste su nombre con las pocas fuerzas que tenías. Tu voz sonó adolorida, debido a las torturas que momentos antes habías recibido y tus ojos pesaban demasiado como para mantenerlos completamente abiertos.

—Es un placer volverla a ver, joven Jedi —declaró Darth Sidious con esa voz hostil, declarando sus malas intenciones hacia ti.

—¡Tragate tus mentiras! —exclamaste débil, pero con toda esa rabia acumulada durante los últimos años.

Palpatine hizo una señal, indicando a los soldados que te dejaran caer. El impacto contra el suelo te causó horribles dolores en gran parte de tu cuerpo y múltiples quejas adoloridas.

—Tienes suerte de aun estar con vida, deberías agradecer —comentó el Lord Sith, sintiéndose satisfecho por tu dolor y odio que comenzabas a sentir.

Aunque luchabas por mantenerte libre de cualquier sentimiento negativo, no podías negar que esos mismos sentimientos te causaban deseos inexplicables por saber como se sentían. Era eso precisamente lo que Darth Sidious buscaba siempre que tuviera la oportunidad.

—¿Por qué lo haces? —preguntaste. Intentaste levantarte con ayuda de tus manos y rodillas porque si ibas a hablar con Darth Sidious, sería de pie y de frente, demostrando que no le tenias miedo —. ¿Por qué no simplemente me asesinas como lo hiciste con los demás?

—No te equivoques. Yo no mate a tus amigos jedi, fueron los clones —dijo con un aire malvado, soltando una risa indicando que había disfrutado aquel momento.

De pronto, te llego ese recuerdo que durante mucho tiempo te atormento y como si hubiera pasado ayer, seguia doliendo. Aun podías ver la sangre derramada de tus antiguos amigos, recordabas cada clon al que tuviste que matar para poder escapar, esos mismos clones que pelearon a tu lado por años y a los que les confiabas tu vida. Cerraste los ojos con fuerza, reteniendo las lagrimas e intentaste sacar ese recuerdo de tu cabeza.

—Llega justo a tiempo, Lord Vader —declaró Sidious.

Sentiste un frío indescifrable gobernar tu cuerpo cuando aquel hombre desconocido para ti entro en la habitación. Lo observaste caminar, dando pasos fuertes y ruidosos, terminado su caminata a un lado de Sidios.

—Ay ¿en serio? Creí que era tarde —respondió manteniendo un tono de voz intimidante, más con la postura de superioridad que tenía.

Esa frase.

Esa frase la conocías perfectamente. Habías escuchado esa frase muchas veces en tu época como Jedi. Tu pecho se apretó repentinamente cuando recordaste al propietario de esa frase.

No estabas segura de lo que pasaba por tu cabeza. Querías creer que de alguna forma Anakin había sobrevivido, incluso si estaba detrás de todo ese traje oscuro, pero a la vez no podías creerlo ya que fue el mismo Obiwan quien te dijo lo que había sucedido con Anakin ese día.

Pero esa frase te dejo en duda, cuestionandote todo lo que creías real hasta ese momento.

¿Podría ser él realmente?

No estabas segura y tampoco te querías ilusionar demasiado, sabiendo que podría ser una trampa de Sidious.

—Es un agrado saber que ya tenemos la carnada —continuó hablando el portador de la máscara y el traje negro, con una voz apagada.

—Quiero a Kenobi y a Tano en mi poder lo antes posible —ordenó Sidious, tomando camino por la habitación hasta llegar a ti —. Y tu serás el factor principal.

Sin más, abandono la habitación junto con los dos soldados que te trajeron a la habitación, dejándote completamente sola con el nuevo aprendiz de Sidious. A pesar de todo el dolor que sentías en tus piernas, aun te mantenías de pie, apoyándote mayormente en tu pierna derecha, ya que la izquierda dolía con solo rozar el suelo.

Vader se acerco a ti lentamente, marcando territorio con su aspecto temible. Mantuviste el contacto visual con él en todo momento, incluso cuando no podías ver sus ojos por la máscara.

—Jamás te diré donde esta Kenobi y mucho menos Ahsoka —declaraste segura de lo que estabas haciendo.

Sin importar cuanto te torturaran para sacarte información, tu no ibas a permitir que tu boca soltara una sola palabra sobre la ubicación de tus amigos.

—No necesito que me lo digas —avisó a solo centímetros de ti. De no ser por el dolor, habrias dado un paso atrás para mantener distancia y aunque pudieras moverte con facilidad, no lo habrias logrado, debido al agarre fuerte que sostuvo contigo.

Soltaste fuerte quejas de dolor cuando Vader apretó con fuerza tu mandíbula.

—Estaba decidida a rendirme, pero al saber que estas detrás de mis amigos te aseguro que no descansaré hasta saber que ellos estarán a salvo y si me tengo que sacrificar para lograrlo, entonces estoy dispuesta —dijiste mirando a Vader con sed de venganza y escupiendole la máscara en cada palabra que soltaste.

—Necesito a alguien como tú de mi lado, volveríamos a ser el equipo perfecto —te soltó cuidadosamente, asegurándose de no hacerte más daño del que ya te había hecho durante tu estancia en esa base rodeada de lava.

Sus palabras te habían dejado desorientada nuevamente, cuestionandote cada cosa que se suponia era real.

—Jamás estaría dispuesta a hacer equipo contigo.

—¿Ah no? —preguntó con esa voz picará que no fue difícil reconocer —. Recuerdo hacer equipo contigo cuando intentamos capturar a Dooku durante las Guerras Clon.

—¡Mentira! ¡Estás mintiendo! —exclamaste sintiendo tu pecho apretarse causando dolor —. ¡Ese era Anakin y Anakin jamás sería tan malvado como tú!

—¡No me subestimes! —soltó Vader, apretando nuevamente tu mandíbula como forma de control sobre ti —. No vuelvas a subestimarme, es el peor error que podías cometer.

—Entonces no pretendas ser alguien más. El Anakin Skywalker que yo conocí murió ese día y no tienes derecho de usar su nombre, no mientras yo viva —frunciste el ceño, clavando tus ojos en él.

—No pretendo ser alguien más —te soltó, dando pasos lentos hacia atrás hasta dejar un espacio entre ambos. Con cuidado tomo su máscara con ambas manos para finalmente quitársela y demostrar que decía la verdad.

—Anakin... —susurraste con la voz entrecortada y con tus ojos rotos ahogados en lagrimas traicioneras.

Su cabello se mantenía igual como la última vez que lo viste, su piel cálida seguía igual de fina que siempre y aquella cicatriz que recorría parte de su rostro estaba intacta. Lo único que había cambiado era el color de sus ojos que pasaron de ser tonalidades azules a tonalidades entre rojas y amarillas. Incluso podías ver a través de ellos el fuego que quemaba vivo a Anakin.

—Ani...

Aun cuando mantenía esa personalidad intimidante, lograbas ver a ese pequeño niño de ojitos azules que recién ingresaba a la Orden Jedi, el mismo niño que fue obligado a cosas de las que no estaba de acuerdo.

Anakin Skywalker (One Shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora