Burlas (parte III)

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Ver a Anakin todos los días por el templo y no poder ir corriendo hacia sus brazos era una tortura para ti y peor para él. Tu habías hecho que la vida de Anakin fuera menos horrible, ya no recibía burlas de nadie, su confianza propia había mejorado mucho para que pudiera continuar con su entrenamiento y lograr todas sus metas, sin embargo siempre sintió un vacío en su vida, paso el resto de su adolescencia sintiéndose incompleto.

El creció logrando todas sus metas en honor a ti, en la única que siempre lo defendió de todos y que siempre lo apoyo en sus ideas, creía que era lo mínimo que podía hacer por ti luego de darle la vida en paz que tanto deseaba.

Por otro lado, para ti no fue fácil continuar. Tu corazón se apretaba cada vez que lo veías y en muchas ocasiones tus ojos dejaban salir las lágrimas en situaciones inapropiadas por toda la pena acumulada. Le pediste al Consejo un traslado, algún templo lejos de Coruscant donde pudieras continuar con tu entrenamiento sin cruzarte a Anakin todos los días y así fue. Pasaste los siguientes años perfeccionando tus estrategias de combate como una forma para no pensar en Anakin.

Sin embargo todos los días te hacías la misma pregunta. ¿Me necesitará a su lado?

No tenias como saberlo y una parte de ti prefería no saberlo, en vez de eso, dejarlo crecer y que aprendiera por sus propios métodos.

Justo esa mañana recibiste una nueva misión del Consejo Jedi donde debías volver al templo por más detalles. La simple de idea de volver te ponía más nerviosa de que lo pensabas, querías volver precisamente para ver a Anakin otra vez después de 7 años, y aun así tenías miedo.

Llegaste en tu nave al templo y hasta ese momento no te habías cruzado con nadie, ni siquiera con el chico malo que le guardabas odio desde la última vez que lo viste. Llegaste a la sala del consejo llena de alegría por ver a tus antiguos maestros.

—Es un placer verla de nuevo, joven Jedi —el Maestro Ploo te saludo feliz de tu llegada.

—El placer es todo mio, Maestro —dijiste sonriendo. Tenias tus manos atrás en forma de respeto y tu sonrisa amplia en el rostro —. Estoy muy feliz de volver, pero me gustaría saber cual es… —fuiste interrumpida.

—¿Me extrañaron? No me sorprendería que lo hicieran, soy encantador —reconociste su voz detrás de ti inmediatamente, sin embargo el no estaba seguro de quien tenía enfrente.

No estabas totalmente segura de darle vuelta. Tu estómago era un completo desastre por culta de tus nervios, tus manos comenzaron a sudar más de lo normal y repentinamente se te vino una sensación de adrenalina que recorrió cada parte de tu cuerpo. Diste un extenso suspiro y te diste vuelta para saludar a tu mejor amigo.

—Hola, Anakin —lo saludaste con una sonrisa nerviosa y con tu voz suave igual como antes.

—Cyar'ika… —fue lo único que logró pronunciar Anakin luego de quedarse como tonto observandote.

Te sorprendió que usará el lenguaje Mandaloriano, sin embargo te gustó la idea de que estuviera aprendiendo otro idioma.

Anakin estaba mucho más alto de lo que recordabas, su cabello era más largo que fácilmente podrías enredar tus dedos en el. Notaste que en unos de sus ojos tenía una cicatriz qué por alguna razón lo hacía ver mucho más atractivo que el chico adolescente que tenías en mente. Sentiste una oleada calurosa inundar tus mejillas cuando viste la brillante sonrisa de Anakin y más aún cuando miraste sus mejillas rojas también.

—Si queremos derrotar a los separatistas necesitamos mejores estrategias que ellos no vean venir, por eso le pedí a Anakin que estuviera presente —explicó el Maestro Obiwan, quien ahora era parte del Consejo —. Anakin se ha vuelto en el mejor de nosotros.

—Tuve un gran Maestro —se dirigió al costado de su antiguo Maestro evitando tu mirada —. ¿Qué tal si empezamos?

Los próximos 30 minutos fueron los más raros para ti. Te decepcionaste al ver el comportamiento extraño de Anakin, pensaste que se alegraría de verte y probablemente vendría corriendo hacia ti, pero en vez de eso solo te evitaba. Intentaste sonreírle divertida como lo solías hacer antes y el solo intentaba mirar a otro lado como si estuviera concentrado en las palabras del Consejo. Y cuando por fin sus miradas se cruzaban por casualidad, Anakin apartaba su vista a cualquier parte.

—Iré a preparar la nave —aviso Anakin pasando de largo por tu lado —. Los espero en el hangar.

Tu felicidad se había vuelto a una horrible pena. Esperaste que todos los Maestros te dieran el permiso de salir y cuando cruzaste las puertas para ir a tu nave por tus cosas, sentiste como alguien tiraba de tu ropa hasta meterte en una de la habitaciones de entrenamiento.

—Anakin… —pronunciaste su nombre en un suspiro asustada.

Su respiración estaba lo suficientemente cerca como para mezclarse con la tuya y sus ojos azules intensos fueron capaces de hacer templar tus piernas.

—Te necesitaba tanto —confesó Anakin.

Anakin actuó tan rápido que no te dio tiempo de analizar lo que pasaba. Tenias a Anakin agarrando fuerte tus caderas mientras mezclaba sus labios con los tuyos en un beso necesitado. Llevaste tus manos a su cabello rubio y así jugar con el mientras que el soltaba pequeños jadeos por la adrenalina del momento.

Pasaste de estar apenada a estar llena de energía, todo gracias a Anakin. Hasta ese momento no te habías dado cuenta de cuanto lo necesitabas, no solo por ser tu mejor amigo, más bien por ese amor que sentías por él desde pequeños.

—Anakin… nos podrían ver —dijiste entremedio de ese beso tan ansioso.

—No me importa si nos ven —respondió una vez que se separó de ti lo necesario —. Pase demasiado tiempo queriendo besarte como para preocuparme de si alguien nos ve.

Te agarró de tus muslos con fuerza para que lo envolvieras con tus piernas. Volvió a besaste dejándote sin aliento y en un acto veloz te acorralo a uno de los pilares de la habitación. Sonreiste con energías cuando notaste la fuerza que utilizaba Anakin para agarrarte, se notaba que estaba desesperado por sentirte cerca otra vez. Estaba completamente seguro de que nunca más te dejaría ir.

—Perdoname —susurraste en un jadeo exitante. No estabas muy segura de si tenías el valor de mirarlo a los ojos, por lo que tus ojos estaban clavados en su pecho —. Nunca quise irme y dejarte solo.

—No me pidas perdón —Anakin tomó tu mentón con todo el cuidado y lo elevó para que pudiera mirarte —. Gracias a ti, logre transformarme en lo que soy ahora y aprendí a defenderme, logré todas mis metas solo por ti.

—Tenía miedo de que no pudieras —suspirarte —. Digo, siempre creí en ti, pero pensaba que tal vez te haría daño que yo te abandonara.

—Me dolió verte partir —confesó Anakin —. Pero entendí que era momento de crecer.

—No tienes idea de lo orgullosa que estoy de ti —declaraste, soltando algunas lágrimas de emoción.

—Te la debo y tengo muchas ideas para saciar mi deuda —te guiño el ojo junto con una sonrisa coqueta.

Volvió a besarte con ganas como si lo único que necesitaba para vivir fueras tu. Definitivamente el niño tímido y asustadizo que recordabas había desaparecido y en vez de eso, había un hombre maduro, increíblemente atractivo y completamente tuyo.

Anakin Skywalker (One Shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora