Escondite En La Ducha

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Ser una ladrona inexperta era tener una vida escapando de aquellos que te querían encerrar o peor aun. Matar. Bueno, considerando que tu padre era un famoso pirata con mala reputación, no todo era tu culpa, más bien de él, sin embargo ¿a quien le importaba? Nadie vendría a tu rescate, por lo que tu misma debías saber como escapar.

Tus largas piernas te otorgaban la posibilidad de correr lo suficientemente rápido como para que nadie te viera o como para que perdieran tu rastro. Y cuando por fin lograste dejar atrás a los guardias de seguridad, no se te ocurrió nada mejor que entrometerte en una de las instalaciones de la República donde habían millones de soldados clon haciendo su trabajo.

A lo lejos escuchaste como se le ordenaba a un soldado inspeccionar la instalación para capturarte y en un acto de desesperación, detrocediste detrás de una caja de carga, botando algunos barriles. El Soldado captó tu desastre de inmediato.

—¡Es ella! —le ordenó a todo su equipo —. ¡Atrapenla!

No sabias a donde ir o como salir, por lo que no tuviste otra opción que correr hacia adentro del enorme edificio repleto de soldado. Una vez adentro y con mucha suerte de seguir con vida, te dirijiste hasta las barracas sin saber a donde ibas. Lo único que escuchabas era el agua de una de las duchas.

Te metiste rápido sabiendo que había alguien adentro duchandose, saltaste lo suficientemente alto como para envolver tus piernas al rededor de la cintura de tu compañero y a la vez te agarraste de su cuello, quedando totalmente mojada.

—¡Aquí no hay nada, señor! —exclamó uno de los soldados afuera de la ducha. Tu corazón se alivio y diste un largo suspiro al escuchar eso.

—Así que te estas escondiendo —dijo el rubio, quien mantenía un sonrisa divertida por la situación frente de el.

Hasta ese momento no habías notado lo que estabas haciendo. Lo miraste con los ojos realmente abiertos y muriéndote de la vergüenza, tus labios no fueron capaces de soltar una palabra, incluso ni tu cuerpo resccionaba como tu quieras, por ende seguías sobre el.

—Eh… si lo pones así suena feo —con dificultad lograste decir algo, sin embargo aun tenias tus piernas en su cintura, la diferencia es que ahora el rubio que tenias enfrente te agarró de tus muslos para evitar que cayeras —. Yo lo diría como… evitar más problemas.

—¿Qué clase de problemas? —te preguntó. Con fuerza te subió más arriba para tener mejor agarre, haciendo que tus pecho rebotarar justamente en su cara.

—La clase de problemas que no te incumben —declaraste con la voz entre cortada por la vergüenza.

Intentaste hacer fuerza con tus piernas para que te soltara y pudieras irte, sin embargo aquel chico tenía el doble de fuerza que tu, por lo tanto fue imposible escapar de sus brazos. Ni siquiera podías mirarlo sin que tus mejillas se tornaran rojas de la pena y tu pequeña sonrisa de avergonzada solo provocaba que el chico disfrutará la situación.

—¿Podrías por favor… soltarme? —preguntaste entre las gotas de agua que se introducian en tu boca.

—Te metes a la ducha mientras intento darme un ducha tranquila y tu no eres capaz de al menos decirme que clase de problemas estas evitando —explicó sonriendo a solo unos centímetros de tu rostro mojado.

De alguna extraña forma que no lograste entender, ignoraste toda la vergüenza o pena que sentías y lo miraste directamente a los ojos. Lo observaste unos momentos hasta que finalmente te diste cuenta de quien era. Carajo, estabas en serios problemas.

—Necesito irme antes de… —no lograste terminar de hablar por el dolor que sentiste en tu espalda cuando el chico te empujó para acorralarte a la pared fría de cerámica.

—Merezco una explicación ¿no crees? —rozó sus labios con los tuyos como si estuviera a punto de darte un beso completamente húmedo.

Inconscientemente tus labios se abrieron un poco en busca de aire y lo único que lograste sentir fue su aliento cálido. Bajaste la mirada hasta su pecho trabajado, al verlo sentiste un especie de corriente eléctrica recorrer tu cuerpo. Lo siguiente que sentiste fue como aquel chico agarró tu trasero redondo con sus palmas y como acto involuntario soltaste un pequeño gemido.

—¿Me vas a explicar o tengo que averiguarlo por la fuerza? —volvió a apretar tu trasero y volviste a soltar un gemido, pero esta vez más fuerte.

—Me robé algunas cosas de valor, eso es todo —confesate. Tus piernas comenzaban a debilitarse y tu respiración a agitarse.

—¿Por qué una chica como tu va por la galaxia robando? —preguntó, dejando de lado el papel de traviesos y cambiando su expresión divertida a un más seria.

—Porque no tengo los mismos beneficios que chicos con tu —atacaste —. Se que eres un Jedi y que la República se encarga de todos tus gastos ¿que crees? Yo no le importó a la República como para que pague mis gastos o el de mi familia.

Por supuesto que Anakin sabia lo que era robar para comer o al menos para tener ropa y al verte ahí desesperada por escapar de la situación sin ser descubierta lo llevo a pensar que tal vez lo mejor para ti era salir huyendo lejos de ahí.

Con cuidado te bajo, aun acorralandote a la pared. Puso una de sus manos justo a la altura de tus ojos, apoyándose en la pared y con la otra trazo un camino sueve este tus mejilla hasta llegar a tus caderas.

—Te ayudaré a escapar —declaró. Abriste los ojos sorprendía por sus palabras, en realidad no esperabas su ayuda —. Suponiendo que esto quede entre tu y yo.

—Por supuesto que quedará entre tu y yo, Jedi —funciste el ceño.

Lo próximos que viste fue a Anakin acercarse hasta terminar en un beso húmedo contigo. El movimiento que hacía con sus labios era lento, pero seguro y fácil de disfrutar tanto para el como para ti. Fue imposible negarse a tal beso. Cruzaste un camino con tus palmas sobre su pecho en dirección a su cuello húmedo.

Anakin no lo dudo, te agarró con ambas manos para fundir tu cadera con la suya y así pudieras sentir lo que tenía entre sus piernas. Te viste obligada a separarte para soltar otro gemido.

—Será mejor que me vaya —murmuraste a centímetros de sus labios jugosos.

—Si algún día quieres terminar con esto, solo buscame —termino con otro beso rápido, pero suave y exquisito.

—Lo tendré en cuenta, Anakin Skywalker —le diste un guiño travieso que él interpretó como que algún día lo buscarías.

Anakin salió de la ducha y lo primero que hizo fue enrrollarse una toalla a la cintura. Con toda tu atención escuchaste las indicaciones de Anakin y como era de esperarse, tu escape fue todo un éxito para ti.

Después se todo ser hija de un famoso pirata y ser una ladrona inexperta traía consigo buenas consecuencias.

Anakin Skywalker (One Shots) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora