Teen Wolf One Shot

22. Scott McCall

♥︎The Girl♡︎

Omnisciente

—¿Qué hago? —Scott estaba desesperado, la chica que le gustaba tenía novio y él no podía hacer nada.

—Si quieres la puedo preguntar qué tal le va con Isaac —se ofreció Malia.

—Es verdad, el único contacto físico que han tenido ha sido un abrazo y fue hace semanas —habló Lydia.

—Pero no se puede saber que me gusta y menos su novio —las advirtió.

—Que no —dijeron a la vez, con el mismo tono de cansancio.

Lydia Martin

Miraba disimuladamente a Vesta, la enamorada de Scott. Estaba dormida.

—¡Lahey! —gritó el profesor.

Vesta se levantó rápidamente al oír el grito.

—¿Qué? —pasaba repetidas veces su mano por los ojos, intentando despertarse.

—¿Te has dormido? —preguntó, aunque ya supiera la respuesta.

Espera...

¿¡Lahey!? ¿Cómo qué Lahey?

Entonces..., no puede ser la novia de Isaac.

—Si te vuelves a dormir prometo que te mando a la biblioteca —la amenazó después de oír el timbre.

—¡Vesta! —se giró al decir su nombre.

—Amm... ¿Hola? —dudó, no habíamos hablado nunca, es normal que reaccionará así.

—Hola. Soy Lydia Martin. Me siento unos sitios atrás de ti en matemáticas.

—Sí, sé quien eres, te sueles juntar con mi hermano.

—De eso quería hablarte —sonreí. Parecía seria, demasiado diría yo—. ¿Tú hermano es Isaac?

—Sí —dijo, como si fuera obvio—. ¿Por qué?

—Unos amigos y yo pensábamos que erais novios, pero, como antes te llamaron Lahey, me pareció raro —la expliqué.

—¿Qué? —creo que fue la primera vez que la vi sonreir—. ¿Por qué pensabais eso? —levantó su mano y la puso ante su boca, tapándose sus risas.

—Siempre estáis juntos y Isaac nunca dijo que tuviese una hermana —nos reimos.

—Pues no, te aseguro que lo único que tengo con él es un amor-odio de hermanos.

—Vale, no te voy a mentir, te quería preguntar que qué tal te iba con él —hablé antes de que se fuese—, eso antes de que supiese que erais hermanos, porque tengo un amigo al que le gustas —señalé con disimulo a Scott.

—¿A McCall? —se sorprendió.

—Sí —sonreí al ver su nariz roja—. ¿También te gusta?

—Sí —me volvió a mirar y negó con la cabeza—. O sea, no... Ehh... Solo..., me parece lindo, me dan ternura su forma de mirar... No sé. —se notó como una sonrisa boba se le formara, aunque la volviese a tapar.

—¿Te lo presento?

—Ya lo conozco, hablamos bastante —sonrió mientras lo miraba.

—¿Qué? ¿De qué?

—Suele estar en la biblioteca, siempre busca cosas sobre hombres lobo, hubo un día que tuve curiosidad y le hablé —sonrió sin mostrar los dientes—. Así es como empezamos ha hablar.

—Lo mato, prometo que lo mato —susurré.

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Vesta Lahey

—Le gustas a Scott —soltó de sopetón mi hermano.

—¿Qué? Creí que era...

—¿Qué? —una voz grave se oyó detrás de mí después de que entramos al loft—. ¿Cómo que McCall quiere a la niña? —me giré y vi a Derek.

—No soy una niña, tengo dieciseis años —me quejé, pero pasaron de mi.

—Sí, me entere esta mañana —habló Isaac.

—Lo mato. Prometo que lo mato —y Derek salió, siendo perseguidos por Isaac y yo.

—¡Derek! —se paró con la mano alzada, a punto de tocar la puerta de Scott—. Déjalo en paz.

—¿Si? —alguien salió, una señora con el pelo ondulado y negro, supongo que la madre de Scott—. Derek..., ¿pasa algo?

—Sí, Melissa —Melissa se sorprendió al oírlo—. Lo que pasa es que Scott quiere a la niña y quiero hablar con él.

—¿A la niña?... —me miró y sonrió—. Así que tú eres de la que tanto habla, salió de la casa y se acercó—. En cantada, soy Melissa McCall.

—Vesta Lahey —la sonreí.

—¿Puedo hablar con Scott?

—Sí sí, pasa. Vosotros también pasar u os costipareis —entramos en la casa y Derek subió las escaleras, mientras que Melissa nos guiaba a nosotros al salón.

—No me quiero imaginar lo que le dirá Derek —negué repetidas veces.

—Tranquila, seguramente le amenazará diciéndole que no se te acerque y esas cosas, es lo que hacen los padres sobreprotectores y, aunque no sea tu padre, es lo más parecido a una figura paterna.

—Ya...

—Y suelen intentar alejar a los chicos de sus pequeñas niñas.

—Lo sé..., por experiencia —nos reimos.

—Pues a mi me parece lo más normal —Isaac se encogió de hombros, por lo que nos reimos aún más.