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— Emily— escuché tras la puerta antes de que fuera abierta.

— ¿Si?— pregunté dudosa, pues aún me parece extraño esto.

— La policía está afuera— me miró unos segundos antes de seguir— Está bien, solo respira. Vamos.

Me cede el paso para caminar tras de mi. Al salir vi a dos policías uno de ellos esperaba en el auto y el otro estaba en mi porche.

— Emilia Clark— dice con seguridad en cuanto me ve—  tengo una orden de arresto por destrucción de propiedad.

Dios, voy a vomitar.

— Está bien, iré por ti— dice Dylan— solo has lo que te pide.

Asentí tantas veces seguidas que juro que me sentí como un muñeco cabeza de globo.

— Las manos contra la puerta— sin protestar hago lo que me pide— todo lo que digas puede ser usado en tu contra.

Pude ver cómo el ceño de mi hermano se fruncía con enojo— Solo dañó un auto, no mato a nadie.

— Tienes derecho a un abogado— dice el policía ignorando por completo a Dylan— sino puedes pagarlo se te concederá uno.

Lloraría en otras circunstancias, pero el echo de que mi padre se enterará me estaba poniendo lo pelos de punta, me aterraba, él me daba miedo.

Justo cuando me pasaron a la selda corri a la taza de baño, me deje caer de rodillas y las primeras arcadas llegaron para después vomitar. 

No puedo parar de vomitar y sin poder retener más las lágrimas el miedo se apodera de mi.

Esto no está para nada bien.

Me sujeto con fuerza a la taza cuando comienzo a sentir los pequeños espasmos. Cuándo parece que me siento mejor tiro de la cadena y comienzo a enjuagar mis dientes y mojar mi rostro.

— Llegaron por ti Clark.

Respiré profundo intentando calmarme, pero todo se desploma cuando veo a mi papá en vez de a Dylan.

Debe ser una broma.

— ¿Es su tutor legal?— pregunta la chica tras el mostrador.

— Soy su padre— sentenció.

— La restitución se basará en el promedio de tres presupuestos externos del costo del artículo dañado.

— ¿Restitución?— dice confundido.

— Pagar lo que rompió— Me miró tan enojado que me hice chiquita en mi lugar— Firme por aquí.

— Vámonos— dijo de manera tranquila, tanto que me asusto más. Camino al auto todo estaba tan callado, tensó e incómodo— Sube al auto— dijo con firmeza.

— Papá-— intenté hablar.

— ¡Que te subas al maldito auto!— dramo entre dientes.

Lo dude por un segundo, por un segundo paso por mi cabeza la idea de salir corriendo justo hacia el lado contrario y nunca volver a verlo.

Cuando subi hubo un pequeño silencio, así que decidí hablar— Papá, te juro que-

Entonces senti el primer golpe haciéndome golpear mi cabeza contra el cristal.

— ¡¿Te das cuenta de lo que hiciste?!— me gritó mientras me golpeaba en el mismo lugar una y otra vez.

Me desmaye en algún punto y cuando despierte me di cuenta de que casi llegábamos a casa.

My own magnoliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora