𝐂𝐨𝐟𝐟𝐞𝐞 𝐏𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞 [𝓗𝔂𝓾𝓷𝓛𝓲𝔁]

PÁGINA FINAL [𝓢𝓮𝓰𝓾𝓷𝓭𝓪 𝓒𝓪𝓻𝓽𝓪 ]

"Hyunjin"

¿Fin?

No, no puede ser ese el final, me rehuso a que cierres de esta manera nuestra historia. No quiero tus palabras de despedida, no deseo rendirme tan pronto y no puedo permitir que desaparezcas de mi vida sin saber lo mucho que te he añorado desde la primera vez que te ví.

Sé que he cometido error tras error contigo y que posiblemente no merezca otra oportunidad, sin embargo, aquí estoy, jurando ante la luna y las estrellas que han sido testigos de mis noches sin dormir, que ni todas las horas de vuelo, ni los 16.965 km de distancia entre Sidney y París podrán hacerme ceder esta vez.

Y aún si tú me rechazas, no descansaré hasta lograr que nuestro último recuerdo juntos sea con una hermosa sonrisa surcando tu rostro.

Porqué sé que merecemos más que un triste final.

Llegar a la ciudad del amor sin un poco del tuyo fue el menor de mis problemas, en cuanto Chris me dejó solo para convencer a Seungmin de permitirme encontrar contigo una vez más. Tu amigo definitivamente no estaba de acuerdo en interferir, pero tampoco parecía muy feliz de vernos sufrir por separado, así que, por un momento se mantuvo expectante ante mis súplicas y no fue hasta que un par de lágrimas rodaron por mis mejillas que se decidió por darme la oportunidad que tanto necesitaba.

Por nada del mundo tu deberías saber que yo también estaba en la ciudad, no al menos hasta que los preparativos de nuestra gran noche estuvieran listos, pero ya qué para eso faltaban un par de horas, no pude solo quedarme en esa horrible habitación de hotel a esperar que de alguna manera te equivocaras y creyeras encontrar al "amor de tu vida" en uno de esos tantos lugares mágicos de París; lugares que deberíamos estar recorriendo juntos, tomados de la mano y siendo felices, porque definitivamente yo debía ser ese verdadero amor de tu vida.

Seguirte no estaba bien y podrías jurar que ya me había vuelto loco, pero a mi defensa y con mi corazón atreviéndose a ser un poco cursi, te diría que el amor nos obliga a hacer ciertas cosas, aunque no sean lo correcto.

Te ví salir de tu habitación, luciendo un hermoso traje que resaltaba tu elegante figura y una tierna boina sobre tu cabeza que quedaba perfecta con el nuevo estilo a color rubio que habías optado desde tu llegada a la ciudad. La verdad es que estabas precioso, más que nunca, pero una vez más solo pude admirarte desde las sombras.

Es lo mínimo que me merecía por haber sido un imbécil por tanto tiempo, pero mientras caminaba detrás de ti a una distancia considerable, muchas preguntas comenzaron a dar vueltas por mi cabeza e inevitablemente cada una de ellas era aún más tormentosa que la anterior.