CAPITULO 4: Viaje a otra dimensión

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8 De Junio - Valle de Catamarca / Hora - 11 : 53 am

Por la mañana, los amigos se reunieron al borde del camino, con mochilas repletas de provisiones, listos y ansiosos para emprender la emocionante aventura que tenían por delante. Himeya se pone sus brazaletes y ajusta su mochila, asegurando bien las correas y verificando que tuviera todo lo necesario para la travesía. Miró hacia el horizonte, sintiendo la adrenalina correr por sus venas. Entre los arboles un chico llamado Cesar los estaba vigilando.

—Estamos a punto de embarcarnos en algo increíble —dijo Himeya con una sonrisa llena de emoción. 

David asintió, con una mezcla de nerviosismo y determinación en su rostro. Revisó su equipo, asegurándose de tener suficiente agua, provisiones y un mapa detallado de la región.

—Espero que estemos preparados para lo que vamos a enfrentar. Esto no será un paseo en el parque —comentó David, mirando a sus amigos.

Steven se unió al grupo, con una mochila cargada de ilusión. Miró a Himeya y David con gratitud por su apoyo y amistad.

—Perfecto. Estamos aquí, tenemos que ir al oeste, luego al norte, nuevamente al oeste y luego bajamos al suroeste hasta llegar a Shincal. Significa que tardaríamos 4 días en llegar —comentó Himeya, con un toque de ansiedad en su voz, consciente de la magnitud de la travesía que les aguardaba.

—Dios... le dije a mi madre que volvería en unos días, pero ella dijo solo un día —dijo Steven, con una mezcla de preocupación y determinación en su mirada.

—Yo no le dije nada a mis padres, porque si lo hago, no me dejarían ir —acotó Himeya, con un tono que denotaba su confianza en la aventura que estaban a punto de emprender.

—Bueno, creo que soy el único que no tendrá problemas con los padres cuando regresemos al valle —opinó David, con una pizca de seguridad en su voz.

Los amigos miraron el camino que les conduciría a su destino, sintiendo una combinación de emoción y nerviosismo por lo que les deparaba el viaje. 

—Bien... quien quiera quedarse que lo haga ahora, porque después ya no habrá marcha atrás —comentó Himeya, con una determinación palpable en sus palabras.

—Vale la pena intentarlo —acotó Steven, mostrando su disposición a enfrentar los desafíos que se avecinaban.

—Estoy listo para esto. Vamos a desentrañar los secretos de Shincal y descubrir el tesoro que se esconde en sus ruinas. Es como viajar a otra dimensión —declaró David con una chispa de entusiasmo en sus ojos, transmitiendo su fervor por la aventura que les aguardaba.

Con el sol ascendiendo en el cielo y el viento acariciando sus rostros, comenzaron su caminata hacia lo desconocido. Mientras el joven Cesar los observaba y se retiraba del lugar, una sensación de determinación los envolvía.

Se adentraron en el camino, pisando la tierra con paso firme y decidido. El bosque los recibió con susurros de hojas y cánticos de aves, y el aire estaba cargado de una mezcla de humedad y fragancias naturales.

—¿Ese libro de las crónicas de Victory lo hallaste en la biblioteca verdad? —preguntó Himeya, con curiosidad palpable en su tono.

—Me descubriste, estaba empolvado, pero mire el halcón de la pared de la biblioteca y había un dibujo parecido en este libro. Aseguran que el halcón blanco es un Suprenimal, estos animales son mágicos y protegen las ruinas de la selva de Shincal—respondió David, con un atisbo de emoción por la conexión entre el libro y su aventura.

—Nunca había escuchado sobre los Suprenimales. ¿Será que existen estatuas de esos animales? —preguntó Himeya, con intriga en su voz.

—Son de cientos de años, de la época de los incas. Deben haber dibujado ese mapa. Dijiste que ese tal Gael lo encontró en una minería con sus amigos —respondió David, evidenciando su interés en la historia que estaban a punto de explorar.

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