Capitulo 16: Odisea

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12 De Junio - Shincal / Hora - 3: 21 Pm

En el corazón del bosque, donde antes la exuberante vegetación se extendía en todas direcciones, ahora solo quedaban ruinas y la devastación provocada por la batalla. Árboles caídos, escombros y la sombra de la destrucción marcaban el paisaje.

Keizer, el humanoide plateado, se mantenía en pie, pero su brillo característico parpadeaba intermitentemente, indicando que su fuente de energía estaba agotándose. Frente a él, Fausto, transformado en un ser imponente de tres metros con una combinación de rojo y negro, estaba igualmente afectado por la intensa pelea.

Ambos combatientes, exhaustos pero decididos, se encontraron en el centro del caos. El sonido de sus choques resonaba en el aire, marcando el enfrentamiento final entre el victoriano y el ser que una vez fue el líder terrorista Fausto.

Keizer, con sus puños brillantes y su agotado pero resistente escudo de energía, se lanzó contra Fausto. Este último, utilizando las ráfagas de energía que aún le quedaban, contraatacó con fuerza. Los destellos de luz y energía se entrelazaban en un ballet frenético.

En medio de la lucha, Keizer se esforzaba por mantenerse en pie, cada movimiento requería más esfuerzo que el anterior. Sin embargo, la determinación ardía en sus ojos, recordándole la importancia de la batalla que estaban librando. La protección del valle de Catamarca y de aquellos que lo habitaban dependía de su resistencia.

Fausto, por otro lado, aunque también mostraba signos de fatiga, no estaba dispuesto a rendirse. Movido por sus propias motivaciones, continuaba lanzando ráfagas de energía, alimentado por una tenacidad que desafiaba incluso al agotamiento.

La batalla alcanzó su punto álgido cuando ambos contendientes, en un último esfuerzo, canalizaron sus energías restantes en un enfrentamiento final. El bosque, ya maltrecho por la guerra, temblaba ante la magnitud de su poder combinado.

En un estallido final de luz y energía, Keizer y Fausto se separaron. El núcleo de Keizer parpadeaba más débilmente, indicando que su energía estaba casi agotada. Fausto, aunque tambaleante, se mantenía en pie, observando el resultado de la batalla.

La batalla entre Keizer y Fausto alcanzó un nuevo nivel de intensidad. Ambos guerreros, con sus fuerzas agotándose, se enfrentaron en un duelo de energía y habilidades.

Keizer, con su humanoide plateado, lanzaba destellos de luz que cortaban el aire. Fausto respondía con ráfagas de energía oscura, creando una coreografía de colisiones luminosas y sombrías.

En un momento crítico, ambos combatientes decidieron liberar toda la energía restante en un último ataque. Sus cuerpos irradiaban luz y oscuridad, fusionándose en una explosión titánica de energía.

El aire temblaba con la fuerza del choque, y la tierra misma parecía vibrar bajo la magnitud del enfrentamiento. El cielo se iluminó con destellos cegadores, y el bosque destruido se convirtió en el testigo mudo de la batalla entre la luz y la oscuridad.

El rayo de energía de Keizer, luminoso y plateado, se encontró con la oscura ráfaga liberada por Fausto. La colisión generó ondas de choque que se extendían por el paisaje destrozado.

En ese momento, el tiempo parecía congelarse. La energía chocante creó una esfera brillante que envolvía a ambos guerreros. Sus siluetas se recortaban contra el resplandor, y el destino del valle de Catamarca pendía en el equilibrio de ese impacto cósmico.

Los segundos se sintieron como horas, y entonces, en un estallido final, la esfera de energía se disipó. El bosque, antes envuelto en la penumbra, volvió a ser iluminado por la luz del día.

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