CAPITULO 7: Laberinto

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11 De Junio - Shincal / Hora - 7: 25 pm

La noche avanzaba, y Himeya y Helena se encontraban en las inmediaciones de la base militar. Aunque la procesión de vehículos militares los había sorprendido, sabían que debían priorizar la búsqueda de de sus amigos, quienes seguían esperando la medicina que necesitaba Steven con urgencia.

Ambos se acercaron al túnel por donde habían salido los vehículos militares, con una mezcla de curiosidad y preocupación. Los pasos resonaban en la oscuridad mientras exploraban el lugar.

—Se supone que es una base abandonada. ¿De donde habrán salido todos esos vehículos?

Sin embargo, Helena se detuvo repentinamente y tomó una decisión.

—Himeya, no podemos quedarnos aquí. Nuestra prioridad debe ser encontrar a Steven y David. Ya sabemos que hay una operación militar en marcha, pero no podemos hacer nada al respecto en este momento. Necesitamos apresurarnos.

—Tienes razón. No podemos permitirnos distraernos por lo que está sucediendo aquí. Nuestra misión es encontrar a nuestros amigos —Himeya asintió, reconociendo la sabiduría en las palabras de Helena.

Juntos, se dieron la vuelta y dejaron atrás el túnel de la base, enfocándose en la tarea que tenían por delante: reunirse con Steven y David y asegurarse de que Steven recibiera la medicina que necesitaba desesperadamente.

La noche continuaba, y la oscuridad del bosque los envolvía mientras avanzaban hacia su destino. Con cada paso, la determinación de encontrar a sus amigos crecía en sus corazones, sabiendo que debían enfrentar lo que fuera necesario para asegurarse de que todos estuvieran a salvo y bien.

Mientras Himeya y Helena corrían en busca de Steven y David, una súbita detención sacudió a Helena. Se detuvo bruscamente en seco, causando preocupación en Himeya.

—¡Helena! ¿Estás bien? —preguntó Himeya, acercándose rápidamente a su lado.

Helena parecía tensa, y señaló el suelo bajo su pie.

—Himeya, pise algo. ¿Qué es esto?

Himeya se agachó con cuidado y examinó el objeto bajo el pie de Helena. Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaban parados frente a una granada terrestre.

—Es una granada. ¡No te muevas, Helena! —advirtió Himeya, con una expresión de seria preocupación en su rostro.

Con movimientos cuidadosos, Himeya comenzó a inspeccionar la mina. Sabía que cualquier movimiento en falso podía ser peligroso.

—Tenemos que ser muy cuidadosos en este momento. No podemos permitir que te lastimes.

Mientras Himeya continuaba examinando la mina con la mayor precaución posible, sabía que necesitaban encontrar una manera de desactivarla o, al menos, alejarse de ella de manera segura.

En medio de la oscuridad del bosque, Himeya y Helena se encontraban en una situación peligrosa. Helena, impaciente y preocupada por su seguridad, no podía evitar sentir que el tiempo corría en su contra.

—Himeya, no podemos quedarnos aquí. ¡Tenemos que encontrar una manera de salir de esta trampa! —exclamó Helena, con un toque de desesperación en su voz.

Himeya, concentrado en la mina que estaba intentando desactivar, levantó la mirada hacia Helena.

—Helena, lo entiendo, pero debemos ser extremadamente cuidadosos. Si tratamos de salir sin desactivar esta mina adecuadamente, podríamos desencadenar una explosión.

Helena asintió, consciente de la gravedad de la situación, pero aún ansiosa por encontrar una solución.

Himeya continuó su meticulosa inspección de la mina, buscando una manera de desactivarla. Sus dedos se movían con destreza mientras examinaba los componentes de la trampa mortal. Sin embargo, después de varios minutos de trabajo concentrado, una expresión de frustración cruzó su rostro.

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