CAPITULO 1: Asalto a la Villa

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Narra Himeya:

 —Si iba hacia algún lugar donde nadie me conociera... podría olvidarme de mi futuro. La luz del sol, y el rumor del viento a través de los arboles, solo estar en esas simples cosas me hacen feliz. Sin embargo, a veces me pregunto... ¿donde se origino mi vida? y ¿hacia donde se esta dirigiendo?

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AÑO 2015

VALLE DE CATAMARCA

5 de Junio - Hora 12 :34 pm

La tarde de verano envolvía a Himeya y sus amigos, David y Steven, en una atmósfera de alegría y emoción mientras montaban en sus bicicletas por los barrios y bosques cercanos. Las risas resonaban en el aire, y la brisa fresca acariciaba sus rostros juveniles. Eran tres amigos van en busca de aventura, dispuestos a crear recuerdos inolvidables.

Con voluntad, los tres amigos pedalearon más rápido, la emoción creciendo con cada golpe de sus pedales. Después, llegaron a una villa abandonada, se alzaba ante ellos, envuelta en un aire de misterio. La estructura de las casas desgastadas contaba historias de un pasado ya olvidado. Al llegar, se encontraron con unas viejas y desgastadas puertas de madera que parecían desafiar su curiosidad.

—¿Listos para explorar la villa? —exclamó Himeya con una chispa de emoción en sus ojos, contagiando a sus amigos con su entusiasmo.

—¡Claro que sí! Este lugar pinta bien para nuestras aventuras —respondió Steven con una sonrisa ansiosa, sus manos temblando ligeramente de anticipación.

Con sus bicicletas apoyadas cerca de la entrada, los tres amigos intentaron entrar cautelosamente en el lugar abandonado. Los muros crujían bajo sus pies, enviando escalofríos de anticipación por sus espaldas. El polvo se elevaba en el aire, danzando en haces de luz como partículas de nostalgia suspendidas en el tiempo. A pesar de la inquietud que los invadía, la emoción burbujeaba en sus pechos, alimentando su valentía.

—¿Cómo entramos? Parece que las puertas están cerradas con fuerza —comentó David con una mezcla de curiosidad y duda, su ceño fruncido revelando su preocupación.

—No se preocupen, ¡siempre hay una manera! —respondió Himeya, su voz resonando con determinación mientras sus ojos brillaban con una mezcla de determinación y anticipación. Miró hacia arriba y notó una de las ventanas en el segundo piso estaba entreabierta. Su mente comenzó a maquinar un plan y la emoción se reflejó en sus gestos—. ¿Qué tal si tratamos de entrar por esa ventana con una cuerda? Podríamos amarrarla a nuestras bicicletas y tirar con fuerza.

—¡Eso suena como una idea loca pero divertida! ¡Vamos a hacerlo! —exclamó Steven con una risa nerviosa, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y un toque de nerviosismo juguetón.

—¡Estamos contigo, Himeya! Preparémonos para la misión —añadió David con una sonrisa decidida, sus manos apretadas en puños en un gesto de camaradería.

Con entusiasmo palpable, los amigos se organizaron. Himeya amarró una cuerda resistente a una flecha, sus dedos ágiles trabajando con destreza mientras la anticipación zumbaba en el aire. Intentó disparar la cuerda hacia la ventana, su corazón latiendo con una mezcla de esperanza y concentración.

—¡El viento, piensa en el viento! Son al menos 3 nudos hacia arriba. Estás muy desviado, no es que sepa mucho de eso pero... —murmuró David, su tono nervioso reflejando la preocupación de un amigo por otro.

—Por favor David, no dejas concentrarme —respondió Himeya con un toque de frustración, sus ojos entrecerrados mientras luchaba por mantener su enfoque.

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