CAPITULO 9: Sombras Del Pasado

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12 De Junio - Shincal / Hora - 9: 12 am

Por otro lado, Steven y David se encontraron con Cesar y Jhon en medio de la jungla. La vibración de las explosiones resonaba en el aire, creando una atmósfera de tensión.

—¿Qué está sucediendo? ¿Es eso lo que creo que es? —preguntó David, frunciendo el ceño ante el estruendo distante.

—No lo sé, pero no suena como algo bueno. ¿Habrá peligro cerca? —se preocupó Jhon.

En ese momento, Cesar señaló hacia el horizonte, donde columnas de humo se elevaban entre los árboles.

—Parece que las explosiones provienen de allí. Quizás deberíamos investigar. —sugirió Cesar, mirando hacia la fuente de los sonidos.

—¡Espera! ¿Dónde está Himeya y Helena? No deberíamos separarnos —advirtió Steven, recordando la importancia de mantenerse unidos.

—Si están involucrados en eso, necesitan nuestra ayuda. Vamos a echar un vistazo y ver si podemos encontrarlos —propuso David, mostrando determinación.

Cesar, utilizando su radio, intentó ponerse en contacto con Helena.

—Helena, ¿puedes escucharnos? ¿Qué está sucediendo allí?

La estática de la radio fue la única respuesta inicial. Sin embargo, después de unos momentos de tensión, la voz de Helena finalmente se hizo eco a través del dispositivo.

—Cesar, estamos lidiando con algunos problemas aquí. ¿Ustedes están bien?

—Nos encontramos con Steven y David. ¿Puedes explicarnos qué está pasando? Escuchamos explosiones.

—Terroristas han llegado a Shincal. Trataron de matarnos.

—Maldita sea.

—Vayan al castillo, usen el puente para llegar rapido, y si ven vehículos militares, corran.

El tono de Helena era serio, indicando que la situación no era tan simple como podrían haber esperado. Mientras Cesar y el grupo se ponían al tanto, las explosiones continuaron, recordándoles que Shincal estaba llena de misterios y peligros inesperados.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Steven, mirando a los demás en busca de liderazgo.

—Vamos a mantenernos en nuestro camino hacia el castillo. Si algo va mal, necesitamos saber qué está sucediendo en la jungla —decidió Cesar, su expresión determinada.

El grupo se adentró en en el puente. A medida que se acercaban, el caos se revelaba ante ellos. Ruinas de árboles carbonizados y el eco lejano de la batalla pintaban un cuadro sombrío.

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Himeya y Helena, después de superar la amenaza de los caimanes mutantes, continuaron su camino hacia el norte. La jungla los envolvía en su abrazo verde, pero a medida que avanzaban, una estructura imponente se alzaba en la distancia: el castillo que buscaban.

Al llegar a las inmediaciones del castillo, quedaron asombrados por la magnificencia de la antigua fortaleza. Sus paredes estaban cubiertas de enredaderas y musgo, testigos del paso del tiempo y de una naturaleza que reclamaba su lugar en las estructuras hechas por el hombre.

—Increíble... —murmuró Helena, sus ojos explorando cada detalle.

—Estamos aquí. El castillo de Shincal — comento Himeya, aunque emocionado, mantenía la cautela en su voz.

Se acercaron lentamente, sus pasos resonando en el silencio de la jungla. A medida que cruzaron el umbral del castillo, el aire pareció cargarse de energía ancestral. Los pilares de piedra y los pasillos oscuros contaban historias de un tiempo olvidado.

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