Cap. 11 Venganza.

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Caminé sin rumbo, o al menos eso creía, en cada paso que daba sentía que dejaba en pedazos mi alma, no podía dejar de llorar al recordar cada momento lindo a su lado.

Recordar a veces no es bueno, creo que hubiera preferido seguir creyendo que ella era un imposible para mí y que nunca iba a tener algo con ella.

Caminé tanto y sin darme cuenta había vuelto al lugar donde la había visto por última vez, y cuando aún era mi novia.

Con razón una parte de mi cuerpo y mi mente recordaba con tanta perfección el camino, estaba de nuevo en ese bosque y frente a ese río cristalino, ya había estado aquí en muchas más ocasiones, y siempre acompañada de ella.

Me senté en una de esas rocas frente al río, sonreí en medio del llanto, porque recordé que ella me abrazaba cuando veníamos a este lugar, simplemente se sentaba atrás de mí y rodeaba mi cintura, mientras besaba mi mejilla, mi cuello y escuchaba sus te amo.

Mi mente estaba confundida, porque recordaba a la persona que era como mi novia y la que conozco ahora. Mi pasado la ama con locura y mi presente la odia.

Recuerdo cuando la ví por primera vez, y el como la conocí, me enamoré de ella al instante que la ví entrar por esa puerta.

*Pasado*

Estaba en el trabajo.
Tenía un trabajo!!!

Era la cheff de un restaurante casi de cinco estrellas, y en lo que estaba preparando uno de los platillos, sin darme cuenta me había cortado el dedo, intenté de muchas maneras hacer que se detuviera y que dejará de sangrar pero no pude.

Y el dueño del restaurante me obligó a ir al hospital, sin poder negarme tuve que ir.
Ya ahí tuve que esperar sentada en una camilla.

Creí que me habían olvidado, porque nadie llegaba a atenderme, y las vendas que tenía y retenían la sangre ya había traspasado.

En cuestión de segundo esto va a empezar a gotear, asi que tuve que buscar un recipiente para no manchar el piso.
Justo adelante de mí había un recipiente de metal, ni siquiera me bajé de la camilla solo me estiré y jale esa pequeña mesita con ruedas y la acerqué a mí.
Coloqué mi mano sobre éste y esperé a desangrarme.

Y fue ahí cuando la ví entrar con su bata médica, apenas pude ver su rostro, ella fue directo a mi mano, que estaba sobre ese recipiente de metal.
Su cabello era castaño liso, su perfume, dios que rico huele, que ganas de acercarme más a ella y oler su piel.

Cuando se alejó un poco para tomar no sé que de unos de los estantes de vidrio que tienen pegado a la pared, pude ver qué en su pecho derecho y de la bolsa de su bata colgaba algo plastico rectangular y que protegía un pedazo de papel donde decía su nombre.

Dr. Aidy Pirsson

-Aidy...- Susurré en silencio, me gusta su nombre también, me parece un nombre único y lo mejor era que ahora ya sabía cuál era.

-Tendré que colocarte unos puntos.- escuché al fin su voz, era tan sueve y delicada como ella. Habrá algo que no tenga bonito me pregunto.

Cuando me habló tampoco me miró ni por accidente, al menos tenía la esperanza de poder ver sus hermoso ojos, que apuesto que son preciosos como ella.

Su mano es tan suave, ella tiene mi mano sobre la de ella. Mientras me colocaba un líquido, imagino que es anestesia. No la necesito con verla y tenerla a ella en frente estoy más que anestesiada.

Y podría besarte mientras me suturas? Le preguntaba mi cabeza. Pero ella no me escuchaba ni leía mis pensamientos.

Su cabello cubría parte de su rostro mientras hacía si trabajo, aún así podía admirarla. No podía dejar de imaginar que ella me besé en este lugar y ahora, que me quite las ganas que le tengo al verla con esa bata de médico.

Mi Doctora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora