-Fiebre? Que no!- lo niego pero al instante me arrepiento. Si no tengo fiebre entonces cuál va a ser mi excusa del porqué mi cuerpo está hirviendo.
-O sea sí, peor como si te importara lo que me pasa.- lo arreglo rápidamente.
-Claro que me importas.- dice y está vez su mano va a mi muslo casi cerca de mi rodilla.
En estos momentos siento que su mano en esa zona era como si quemara y calentar mucho más mi cuerpo, las imágenes de ella desnuda y atada a mi cama viene de nuevo a mi mente.Temo por su vida y por mi cordura, quizá no pueda resistirme y la devoré en mi presente.
-Si claro! Lo único que te preocupa es que ya no tengas una esclava quién te haga el trabajo en casa y con quién discutir en tus días malos y poder tratarla mal.- le digo y aparto su mano de mi pierna con brusquedad.
-No es cierto! No es así!- dice con una voz baja. Creo que lo esta pensando o dudando.
-Me da igual lo que pienses! Y a todo esto, a que veniste?- le pregunto molesta. Estaba molesta por muchas razones, primera porque tenía tantas ganas de ella y no podía ni tocarla, es mi esposa y tampoco puedo hacerla mía.
-Quería pedirte que te cambies de habitación, quiere que uses una más cómoda y caliente.- dice con una voz apenas audible.
-Y por qué? Porqué ahora sí y antes no, que cambió ahora?- le pregunto muy molesta.
-Por qué te portas así!!!- dice ella alterada y se pone de pie.
-Así como? No dejarme manipular más por tí?- digo pero ella se queda en silencio.
-Es solo que no entiendo. Tú podías elegir entre tomar venganza o volverme a enamorar. Si solo hubieras elegido la segunda opción esta situación sería diferente, totalmente diferente.- le digo y bajo de mi cama, quedó a un paso de ella.
Pero Aidy retrocede, me vuelvo acercar a ella y vuelve a retroceder hasta topar con la puerta.-Lo disfrutaste?- pregunto tan cerca de ella. Por más que intenté que mis ojos no bajaran a sus labios lo hicieron, mi corazón comenzó a latir a mil. Volví a ver a Aidy pequeña y yo grande, poderosa como me sentía cuando comencé a conquistarla.
Ella no respondía, y solo por hoy disfrutaba su silencio, amaba tenerla así, quieta y nerviosa.
Sus labios me están matando, subí la vista a sus ojos y su mirada era tímida, me estaba clavando las uñas en la palma de la mano para no cometer un error el cual me arrepienta, pero mis ganas y deseos eran mayor que mi auto control.
Me acerqué y terminé con ese espacio entre sus labios y los míos, pero al instante sentí como sus manos me empujaron con fuerza haciéndome retroceder varios pasos.
-Quien te crees para hacer eso!!- dice y nuevamente volví a ver a una Aidy poderosa y grande.
-Eso que tus recuerdos hayan vuelto no quiere decir que algo cambió en esta casa. Tu lugar sigue siendo el mismo!- dice con autoridad y abre la puerta.
-Y respondiendo a tu pregunta.- dice antes de salir.
-Sí, si lo estoy disfrutando!- dice con una sonrisa victoriosa, y sale dejándome con una herida más en el corazón.
Quien me manda a jugar con fuego y preguntar esas estupideces sabiendo ya la respuesta.
No pude dormir en lo absoluto, los recuerdos seguian viniendo uno tras otro, y mi cabeza no procesaba el como había terminado siendo la esclava y a la vez esposa del amor de mi vida, o al menos eso creía que era el amor de mi vida.
Siempre soñé y quice que ella fuera mi esposa, que un día le diera igual lo que la gente pensara y se casará conmigo. Rogué tanto por eso que ahora estoy aquí siéndolo, pero no como lo imaginé, creo que lo pedí mal, tenía que ser más específica.
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Mi Doctora
RomansaGreicy es obligada a casarse cuando su padre ya no tiene más objetos de valor para apostar. Pero minutos antes de la boda, Greisy tiene un accidente, el cual le hace perder la memoria, olvidando gran parte de su vida. Su padre sin tener compasión...