... Mi estoica careta se ha resquebrajado

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Aún no comprendes mi posición... Reverberaba en mi mente aquella sutil frase.

-Hmp...- dejé escapar para mí mismo en el ajetreo de la clase "A". Era sencillamente absurdo que tomando en cuenta mi posición en este preciso momento, en el bullicio de la clase "A", me ¿preocupara? ¡Ha! Perdiera mi tiempo en tan trivial oración.

La clase "A". Asumía mi pertenencia a ella, sin embargo... no dejaba de ser frustrante, y lo era aún más si tomaba en cuenta que aquel recuerdo de años pasados pertenecía a la clase "S".

-Tsk...- resoplé mientras golpeaba débilmente mi pupitre, cerrando mis ojos, escondiéndolos de la realidad que se reflejaba en ellos.

Debía de superarme, si... lo lograría a toda costa.

Mis pensamientos comenzaban a disiparse en una nube de olvido. Una mente serena toma mejores decisiones, me recordaba a mí mismo, mientras mis ojos volvían a ser parte del juego de la vida. Particularmente, estos se fijaron en un inquieto y tal vez un poco infantilizo grupo de estudiantes. Destacaba entre ellos un chico, de expresiones vivaces, sonrisa amplia y cabello como el fuego, quien hablaba fervientemente con dos chicas, una de cabello largo y rizado y...

-No puede ser...- fue el murmullo de mi subconsciente el cual reconoció a la otra chica. Era ella, si, de eso estaba seguro... La chica del parque.

El hecho de hallarla, de poder verla y percibir nuevamente esa armónica aura cargada de la energía compatible con la mía solo duró tan solo unos cuantos segundos, pues percibí movimientos acelerados desde uno de los pupitres cercanos al mío.

Un chico alto, rubio y de gafas no perdía movimiento alguno de la chica que también había robado mi atención por completo. Había algo en su mirar que no me brindaba un buen presentimiento, por lo que me incorporé unos cuantos segundos antes que éste lo hiciese, sorteé estoicamente cada uno de los asientos y mesas que irrumpían mi camino hacia la muchacha de la mirada inocente justo antes de que el chico comenzara una carrera desenfrenada hasta tan frágil ser, exclamando de forma extasiada: ¡ELIZABETH!

El muchacho brincó por los aires, y mientras extendía sus extremidades en vuelo, leyendo su intención giré mi vista hasta ella para luego alargar mi brazo, alcanzando así una de sus manos. Aferré fuertemente mi mano a la suya y halándola de forma decidida la puse a salvo, no sin antes ubicar al muchacho pelirrojo en su lugar.

Con el deseo de ordenar mis ideas y mis acelerados latidos, cerré mis ojos... sin embargo, al realizar tal acción mi cuerpo completo sentía la presencia de aquella chica, tan delicada...

- Eso estuvo cerca... - dije acompasadamente, mientras abría mis ojos ante su presencia. Me sorprendió gratamente el hecho de verla sonrojada.

- ¡Ah! ¡G-gracias! – exclamó la nerviosa joven, al tiempo que se alejaba de mi persona. Aquella acción lejos de molestarme, la agradecí. Su presencia me inquietaba a tal forma que pensé que si se mantenía a tal cercanía, mis latidos serian audibles por su persona.

Mi inexpresividad y el poco conocimiento que teníamos el uno del otro, ayudó a esconder mi emoción. Busqué la serenidad en mí cerrando por un momento mis ojos, mientras agregaba: - No me las des...-

Shinomiya Natsuki resultó ser el muchacho que causó tal alboroto dentro del salón, al aseverar que la chica en cuestión se parecía a su perro... Evitaré hacer cualquier tipo de comentario.

Me dirigía de vuelta hacia mi puesto cuando percibí miradas en mi persona, por lo que desvié la mía y con un tono serio me presenté al igual que lo había hecho Shinomiya: Yo soy Hijirikawa Masato.- Posterior a ello, fue ella quien se presentó ante mí.

Conociéndome al ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora