La brújula del amante

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"No me toques" Habían sido sus palabras de saludo esta mañana.

Aun intento darle alguna explicación lógica a lo sucedido, y eso solo me lleva a pensar una sola cosa..."Lo que creía que sentía, no era así". Todo era solo una confusión... ¿De años, una confusión de años? ¡Pamplinas! Eso sería descarado... Pero era posible... ¡Inaudito!... Pero podría ser la triste realidad.

-¡Jinguji Ren! ¿Me estas escuchando?- Ryuga-san había notado mi indiferencia ante su aburrida clase.

-Ah....- suspiré.- Ryuga-san, si me hubiese preguntado hace algunos minutos, tal vez hubiera tenido una respuesta afirmativa.- Algunos rieron por lo bajo.

-Jinguji, tu...

-¡Ah! Ya lo sé. Soy un mal chico y todo lo demás... ¿no es así? - Me levanté de mi asiento lentamente. Dejaría la clase. Ya era suficiente para mí.

Tomé mis cosas y comencé a acercarme hasta la puerta de salida.

-¡Esto no ha terminado Jinguji!

-Eso espero, Ryuga-san... que nada haya terminado.- Mi frase final, dicha ante la inmutada clase, solo tuvo coherencia para mí.

Caminé lentamente por el vacío pasillo. Me era gratificante pensar que podría tener unos minutos de reflexión antes de verme inmerso en un océano de personas. Irónicamente, la peor enemiga que he tenido en la vida, ahora es la mejor compañía: La soledad...

Mis pasos reverberaban en los desolados caminos que seguía sin sentido, sin dirección, sin objetivo alguno. MI vista estaba absorta en mis pasos. Uno a la vez se desplazaban... Nunca juntos, pues no sería normal...

Masato y yo somos como los pasos. Uno a la vez, nos movemos. Uno a la vez, formamos camino paralelamente, viéndonos como reflejos... Tenemos el mismo destino, pero siempre existe uno que se escapa del otro. Nunca podemos estar unidos por un gran periodo de tiempo, pues nuestros sueños nos inquietan y debemos continuar... Tan cerca y a la vez tan lejos... Masato.

Alcé mi mirada justo antes de que un bólido chocase groseramente conmigo.

Ambos caímos al suelo, acompañado de una lluvia de partituras que traía el descuidado personaje.

-¡MALDICIÓN! ¡QUÉ PRETENDES, IDIOTA!- Exclamé enfurecido, mientras me levantaba trabajosamente del suelo. Esperaba no haberme hecho daño, pues si era así... lo mataría, fuese quien fuese...

-¡Uh!... Jinguji sacó sus garras.- Una voz profunda y cargada de cierta dominancia se hizo escuchar. Al levantarme, me percaté de quien se trataba: Shinomiya Natsuki.

-¿De qué rayos me estás hablando? Fuiste tú quien se abalanzó sobre mí.- Había algo extraño en todo esto. Shinomiya me observaba desde el suelo, jugueteando con alguna de las partituras que se encontraban dispersas en el suelo, mientas hacía girar con una de sus manos los anteojos que, supuse, habían perdido su posición habitual por el choque.

Shinomiya se levantó con una agilidad sorprendente y se acercó a mí, al punto que nuestras narices casi se rozaban. Su presencia era amenazante... Si, había algo muy mal aquí.

-Aléjate de mis partituras...- dijo secamente. Mi corazón acelerado había dejado atrás mis pensamientos nostálgicos, ahora más bien tenía... miedo.

Me alejé rápidamente de las partituras que estaba pisando. Shinomiya las tomó una por una y las guardó en la carpeta en la cual las traía inicialmente.

-¿Qué rayos te sucede?- Pregunté, obviando la parte de mí que indicaba que permaneciese en silencio.

-¿Y a ti?- dijo astutamente Shinomiya, al tiempo que se apostaba frente a mí, con un aura salvaje, intimidante... No cederé...

Conociéndome al ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora