En el prado en donde había llegado a parar, estaba cargado del aroma de rosas que lo adornaban. Eran rosas blancas, como las de mi jardín en casa, como las de su jardín en ese entonces... como las de la tumba de mi madre.
[Corría por los verdes prados de la vacía y desolada mansión que era mi hogar. Escapaba de las manos de mi padre, de esas manos destructivas que emancipaban de mí, el recuerdo de mi madre. Corría por ese infinito campo con el audio de lo que podía ser el último recuerdo de ella.
Hoy me encontraba solo... Hijirikawa nunca más podría pisar mi casa, ni yo la suya. Estaba decidido. Mi padre había descubierto todo. Yo era un chico de tan solo 10 años y en mi pecho residía el amor más puro por otro individuo. Ingrato mi destino, pues se trataba de otro hombre.
Me fue difícil comprender qué era lo que sucedía conmigo. Día y noche el solo recuerdo de Hijirikawa Masato hacía que todos los problemas que existían en mi vida, en ese entonces, se disiparan. Él consolaba mi sueño todas las noches y me confortaba aun tomando en cuenta su dura personalidad.
Me encantaba escuchar su voz, pues sus palabras eran escasas... eran como regalo, eso sin hablar de su risa, era... ¿Cómo definirla sin caer en lo cursi? Imposible. Era el susurro de los dioses, dándome a entender que aún quedaba esperanza de felicidad en este mundo, para mí. Rimbombante, cantarina y sin igual... era perfecta, y en conjunto con esos ojos, que si bien es cierto, la mayoría del tiempo expresaban una seriedad no cotidiana en un niño de tan corta edad, cuando sonreía daban a conocer hasta el más profundo secreto de su alma, era la revelación del universo plantaba frente a mí. No había maldad, ni deseo prohibido en ese entonces... era solo un amor puro, que no tenía barrera de género ni edad, no importaba el qué dirán ni la reputación de nuestras familias, nada importaba si él sonreía para mí.
Al estar juntos hacia lo imposible para que aquellas pequeñas y blanquecinas manos tocaran mi piel, y cuando lo hacían, una corriente recorría por completo mi cuerpo, haciéndome sentir vivo... recordándomelo, mas bien.
Pero hoy era distinto, pues de él solo me queda el recuerdo de su existencia, la sensación de su tacto en mi piel, la sombra de su mirada en la mía, el eco de su risa en mi mente. Nada más que consuelo... todo, gracias a mi padre, el hombre que con sus manos todo lo destruye.
Mi padre no prestaba atención en mí, sino hasta ese fatídico día. Había quedado con Hijirikawa, iría a su casa. Le dije que tenía algo importante que decirle... Nunca se lo dije, pero no creo que quedara duda con lo que hice. Declararía mis sentimientos y esperaría alguna respuesta positiva, que era obvia para mí. Pensé en mil y una formas de cómo decirle, pues ¡Era un hombre! No era lo mismo que decirle a una chica que me gustaba, por lo que pasé la noche en vela ideando una forma original de decirlo. Fue ahí cuando caí en la cuenta, había dejado de lado la solución más obvia... Una canción.
Muy entrada en la madrugada y sin importar que al día siguiente tuviese que ir a la escuela, comencé a escribir la letra de una canción, que explicara lo sucedido, que diera a entender cuán importante pero inalcanzable era para mí, pero sobre todo... cuando lo amaba.
Cuando los primeros destellos del amanecer iluminaban mi habitación, acabé con la canción y caí rendido sobre mi escritorio. El descanso tras el trabajo bien hecho acarrearía severas consecuencias, pues unas cuantas horas después de haber conciliado el sueño, mi sirvienta personal fue a despertarme pues era hora de asistir al colegio. Al no responder al llamado de la puerta, se alarmó e intentó abrirla, pero yo la había dejado asegurada... no quería que me molestasen. Groso error.
La mansión completa se alarmó, creyeron lo peor. Dieron cuenta a mi padre de la situación, molesto se hizo cargo de la situación y derribando la puerta se abrieron paso hasta mi habitación, mi padre y tres sirvientes. El estruendo me despertó, las caras de alivio de los tres individuos del personal de la mansión me desconcertaron, más aún la severa expresión de mi padre.
ESTÁS LEYENDO
Conociéndome al Conocerte
FanfictionHijirikawa Masato y Jinguji Ren, dos personajes que bajo la careta de insensible de Masato y la de Don Juan de Ren se esconde el sentimiento que ha sido sembrado en su infancia y que está a punto de ser cosechado ahora, en la adolescencia... Acompañ...