RENUNCIA O RECONCILIACIÓN

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Mis ojos se hallaban entreabiertos ante la luz que había ante mis ojos, pues aquel rostro eso es lo que es para mí... Luz en la oscura senda que he transitado durante toda mi vida.

Él se hallaba prisionero entre una de las paredes de nuestra habitación y mis brazos. Encasillado por las cadenas de mí deseo, de mi pasión... por él. En un principio se rehusaba a mi dominancia, pero al pasar los segundos esa lucha cesó... Sus tensas extremidades cayeron, rindiéndose a momento que vivía, que sentía.

Eran nuestras esencias haciéndose una en un abrazo estrecho, devorándonos con profundas miradas, lascivas miradas, cargadas de ese amor ilegal que experimentábamos desde ya hace un tiempo.

Aquellos ojos azules destellantes como astros reflejaban perfectamente mi expresión, idéntica a la suya. Nuestros rostros, cargados de aquella peculiar tonalidad rojiza expresaba aquella suma de sentimiento que nos embargaba la actual situación.

Hijirikawa desvió la mirada, evadiendo mi carta de invitación a la consumación de todo este embrollo, de esta lujuria palpable que hacia latir nuestros cuerpos ceñidos el uno del otro. Acerqué una de mis manos a su mentón, para intentar un nuevo contacto visual, que definiría nuestro actuar, lo fortalecería, lo haría realidad... Sin embargo, él escapó limpiamente de mi agarre y por cierto, de mi perturbante mirada.

Timidez era el adjetivo que definiría de mejor forma a mi exquisita pareja en este momento.

Sin duda, era válida su posición... pero, yo ya no podía controlar mis sentimientos, ya se han dado a conocer, no son un secreto... No había más nada que esperar. Es tiempo del show!

Me aventuré nuevamente en la búsqueda de su mirada, pero esta vez utilicé mi arma más incisiva. Mi voz...

Abrí mi boca, me acerqué estratégicamente a ese oído descubierto que inconscientemente había descuidado al girar su cara y ahí, en ese sensible lugar fue en donde dejé escapar de una susurrante palabra, en un cálido hálito.

-Mírame...- Victoria. Sus ojos rebosantes de sorpresa y ansia volvieron a saludarme. En ellos no había cavidad para nada más que mi propia mirada silenciosa.

Su boca y esos anaranjados labios entreabiertos era lo que posteriormente llamó toda mi atención. Hijirikawa jadeaba ante la expectación, sentía su potente mirar en mí, leía mis intenciones, pero aun así no escapaba. Sonreí por ello, sonreí de dicha. Era amado, era deseado con pasión... lo era.

Acerqué lentamente mis labios a los suyos, mientras intercambiaba misivas de aceptación con sutiles ojeadas.

Rocé mis labios con los suyos y sentí como un escalofrío viajó por todo mi cuerpo. Me mantuve firme, debía de controlarme... El saborear primeramente haría más placentero el festín.

Hijirikawa en tanto se había estremecido entre mis brazos y cerró sus ojos mientras dejaba escapar un sutil gemido.

Estaba comenzando a subir rápidamente la temperatura... Esto terminaría de una forma muy sucia si mi cordura no me acompañaba... Era una lástima pensar que mi cordura era a quien hace tan solo unos momentos gimió por el roce de mis labios.

Exploré más allá. Acerqué mi nariz a su cuello e hice mía su esencia. Cuánto me agradaba aquel delicado aroma. Se asemejaba al que expelía en la infancia, pero ahora era más duro, más fuerte, más decidido... incitante, tal vez.

Lo besé... en el cuello.

Lo besé... en su frente.

Lo besé... en sus ardientes mejillas.

Y él seguía en silencio, tembloroso, con el ceño fruncido... tenso. Bajé mi mirada y me percate que sus brazos caían rectos y sus manos se hallaban empuñadas. Sus nudillos estaban blanquecinos por la falta de circulación. Tensión...

Conociéndome al ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora