La verdad absoluta

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Una noche inolvidable... aun siento tu piel en mi tacto y el sonido de tu voz resuena en mis oídos. Sí, no puede ser descrita de otra forma: una noche inolvidable... pero, la mañana fue metafóricamente hablando un golpe en la entrepierna.

[- ¡Vamos Masato, unos minutos más! Llegarás tarde de igual forma ¿Qué importancia tiene?- te decía mientras te halaba de la cintura para que volvieras a la cama, junto a mí. Tú insistías en dejarme, oponías tu máxima resistencia a mi agarre... Esto es divertido... Guardabas silencio, un silencio que yo interpreté como indecisión ante las dos chances: Las clases o romance... ¿Cuál es tu decisión? carcajeé audiblemente ante este infantil juego... Te quiero junto a mí, siempre...

- Para mí si tiene importancia... - dijiste susurrante, al tiempo que disminuías la fuerza de tu obstinación y volvías a sentarte en la cama.

- ¿Qué cosa?- ¿A qué respondía eso?

- Quiero que me sueltes... si me apresuro, no llegaré tarde. - ¿Qué fue lo que dijo?

- ¡Ha, ha! Masato... -comencé a hablar socarronamente.- ¿No hablarás en serio? – No me observabas, pues estabas de espaldas a mí, pero aún sin ver tu cara sabía cuan severa era tu expresión...Ibas en serio. Sin esperar respuesta de mis palabras, solté mi agarre y tú sin más caminaste raudo hasta el lavado, en donde te encerraste segundos después.

- Terco, severo con sus horarios y estricto con sus responsabilidades...- dije en voz alta mientras resoplaba.-... Esa combinación es dinamita pura, y yo jugando con ella como si fueran fuegos artificiales.

La puerta del lavado se entreabrió para dejar a la vista una severa expresión de Masato... ¡Diablos! ¿Me habrá escuchado?

- No seas haragán y levántate de una vez... - ¡Uf! Suerte la mía, el demonio matutino no escuchó mi queja... - Volvía a cerrar la puerta de la habitación, pero algo lo detuvo y volvió a abrirla.- ¡Ah! Otra cosa... ¿Cuál es tu argumento para llamarme terco? Tú eres mucho más tozudo... en todo sentido de la palabra, si es que me entiendes...- Sonreíste de medio lado y volviste a cerrar la puerta.

Reí por lo bajo, mientras escuchaba correr el agua de la regadera. - ¡ERES UN DESCARADO! – exclamé juguetonamente, mientras comenzaba a despedirme de la pasividad de mi recamara.

Todo continuaba de maravilla. Saliste unos minutos después del baño y me apresuraste insistentemente para que entrara yo. Al igual que tú, tomé una ducha rápida quitando los vestigios visibles de nuestra última noche juntos, y salí para vestirme.

Cuando entré nuevamente a la habitación que en donde te hallabas, me percaté que estabas listo para partir, por lo que apuré mis movimientos para poder vestirme lo más rápido posible...Cuántas horas nos separarían nuestros deberes... quiero permanecer junto a ti todo el tiempo que sea posible.

- Espero que tengas un buen día... - dijiste, hallándote cercano a la puerta y ya tomando el pomo de ella. Te despedías con la mano... con la mano... mientras yo acababa de abrochar mi pantalón. Aún me faltaba la camisa y por cierto, lo zapatos.

-¡Dame dos minutos y nos iremos juntos!- dije, acomodándome la camisa y comenzando a abotonarla.

De pronto, tu mirar se escabulló del mío y diste a conocer un sentimiento que yo bien conocía en ti: Incomodidad... Y ahora qué es lo que le pasa...

- Preferiría partir solo... no quiero que...

- No quieres que qué...- dije un tanto molesto ante las indecisas palabras de Masato... ¡Dios! Pero qué complicado que eres...

Conociéndome al ConocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora