Capítulo V

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—No entiendo como alguien tan insignificante como tú, pudo ser elegida como el rostro de la nueva colección, debes haberte metido bajo las sábanas del señor Harrison, se te nota por encima que eres el tipo de mujer que hace lo que sea para llegar a la cima.

Candy alzó el rostro y observó fijamente a través del espejo del tocador a la persona que acababa de pronunciar aquellas palabras con tanto desprecio. Se giró para quedar frente a ella e irguió su cuerpo, estaba harta de sus sucios comentarios. Desde el día que la eligieron como el rostro de la nueva colección, Susana Marlowe quien fue contratada para ser parte de las modelos de la marca Harrison, no hacía mas que incomodarla con sus comentarios fuera de lugar.

—¿Tienes pruebas de lo que me acusas? Cuestionó la joven rubia enarcando una ceja —Te recuerdo que estamos en un país en donde la difamación puede meterte en grandes problemas.

—Entonces dinos, como le hiciste para conseguirlo, jamás te había visto en el medio, saliste de la nada —Susana apretó la mandíbula.

—Siendo auténtica —respondió Candy mirándola a los ojos fijamente.

—Yo soy mas hermosa que tú, tengo la experiencia, yo merecía ese puesto —replicó Susana.

Candy la miró de pies a cabeza, efectivamente, la modelo frente a ella era bonita, estaba convencida que si ella no hubiese aparecido aquella tarde con toda seguridad, Susana Marlowe habría sido la elegida.

—Si estas inconforme con la decisión del señor Harrison, por qué no vas y se lo haces saber, y de paso le preguntas por qué razón me eligió a mi por encima de una experimentada modelo como tú.

—No hay necesidad de ir con el señor Harrison, yo puedo responder eso.

El pequeño grupo de modelos reunidas en el vestidor, se giraron al escuchar aquella grave voz masculina. Susana Marlowe se mordió los labios al ver el ceño fruncido del caballero que en dos zancadas se paró frente a ella y la miraba de manera tan fría que la hizo sentir insignificante.

—Señorita... —Terrence hizo una pausa para recordar el nombre de aquella insolente mujer que se atrevía a acusar a Candy de algo tan bajo. No podía llamarla como Señorita reciclaje, como la bautizó desde el primer día. —El pasaba por el lugar, cuando alcanzó a escuchar las palabras de aquella insoportable joven con aires de diva, iba a ponerla en su lugar.

—Marlowe —balbuceó una pálida Susana.

—Señorita Marlowe —Terrence la miró de pies a cabeza —su rostro es bonito, no voy a negar, lo que es mas que evidente —Susana curvó sus labios de forma engreída. —Sin embargo, para triunfar en esta industria, se necesita mas que una cara bonita —Terrence enarcó una ceja —se necesita de la inteligencia que usted carece —los labios  de Susana Marlowe formaron una linea recta—. Terrence continuó —Además, en aquel entonces, se buscaba una modelo que representara a la mujer de manera auténtica, no una para ser la cara de un comercial de reciclaje —Susana apretó la mandíbula al escuchar risas de sus compañeras —Ahora, ¿Le quedó claro la razón por la que no fue seleccionada, o su larga cabellera no le permite a su cerebro procesar la información? Terrence cruzó los brazos en espera de una respuesta —me da gusto que lo haya captado—dijo cuando la muchacha no emitió palabra alguna.

—Señorita White puede acompañarme un momento —dijo dirigiendo su mirada a Candy.

—Por supuesto —respondió la joven tras salir de su asombro.

—Maldita arribista —masculló una furiosa Susana Marlowe en cuanto Candy y Terry salieron del vestidor.

—Candice no tuvo la culpa de nada, tu te lo buscaste —replicó una sonriente Dayana

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