Capítulo I

1.5K 148 27
                                    

Sábado 13 de noviembre de 1976
Hollywood, California

La tarde se alzaba como un típico día de noviembre, con el cielo cubierto de nubes que ocultaban el resplandor del sol, pero que no impedía que la ciudad estuviera repleta de turistas y lugareños que deambulaban por Hollywood Boulevard. Las estrellas del paseo de la fama relucían en toda su extensión, como testigos silentes de los sueños y esperanzas que atraían a personas de todo el mundo. El bullicio de la música que emanaba de los diversos locales llenaba el aire con una energía vibrante y alegre.

Jimmy, como de costumbre, estaba completamente concentrado en su trabajo. Con esmero, pulía los zapatos caros de su cliente frecuente, un joven de buena familia que acudía puntualmente cada tarde. Este cliente solía confiarle sus problemas personales y contarle detalles de su vida con una candidez sorprendente. Si Jimmy hubiera sido una persona de moral cuestionable, podría haber aprovechado la situación para robarle, pero su ética era más importante.

Jimmy se aferraba a su integridad, negándose a robarle a la persona que generosamente le entregaba una buena suma de dinero por pulir sus zapatos. Esa inyección de recursos financieros le permitía comprar alimentos y, de esta manera, eludir la desesperación que había experimentado durante su primera semana en la ciudad, cuando se vio obligado a hurgar en los cubos de basura en busca de algo que llevarse a la boca.

El joven cliente, con el periódico en alto, seguía contando sus preocupaciones y frustraciones.

—¿Y sabes lo que me dijo? —preguntó, su voz amortiguada por las páginas—. Que si no terminaba la carrera este año, me quitaría el diez por ciento de mi mesada. Está completamente loco.

Jimmy asentía con la cabeza en señal de comprensión, sus ojos reflejando empatía, pero manteniendo su concentración en el trabajo.

—Si mi padre fuera la mitad de inteligente que yo, se daría cuenta de que todo el dinero que me da lo he invertido sabiamente. Puedo ganarme mi propio dinero sin su ayuda —añadió el joven, frunciendo el ceño en señal de disgusto por la actitud de su padre. Luego, bajó el periódico y observó a Jimmy detenidamente—. Tú no hablas mucho, ¿verdad?

Jimmy, negó con la cabeza y continuó con su tarea.

—Esto es injusto, yo te he contado prácticamente toda mi vida, y ni siquiera sé cómo te llamas —protestó el joven. Cuando Jimmy lo ignoró y continuó trabajando, el cliente decidió tomar medidas más drásticas y levantó sus piernas.

Jimmy alzó la mirada y frunció el ceño, exasperado.

—¡Hey! Ya estaba por terminar —se quejó, deseando completar su labor sin más interrupciones.

El joven cliente sonrió ampliamente, sus ojos brillaban con un atisbo de diversión.

—Oh, entonces no eres mudo —observó con una risa juguetona, mientras continuaba desplegando su personalidad extrovertida.

Jimmy tomó uno de los tobillos del joven para bajar su pie y continuar con su tarea.

—No soy mudo, pero tampoco tengo mucho que contar —respondió con indiferencia, deseando que su cliente comprendiera la importancia de terminar su trabajo.

El joven, sin embargo, no estaba dispuesto a renunciar a su intento de entablar una conversación.

—Al menos dime cómo te llamas —insistió, alzando su pie nuevamente.

Jimmy rodó los ojos ante la persistencia del joven y se enderezó para mirarlo a los ojos.

—Me llamo James Park, pero puedes decirme Jimmy —respondió con resignación, deseando que esta revelación terminara la conversación y le permitiera continuar con su labor.

California Dreamin'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora