─Dios, eso fue espeluznante ─mencionó Lizbeth mientras estaba en la cocina conversando con algunas de las empleadas de la casa.
─Ya te acostumbrarás ─le dijo la cocinera─, este solo fue una de sus tantas crisis, pobrecita de mi niña Annabeth.
─Pobrecita de Perlita ─replicó una de las jóvenes de limpieza─, te imaginas, va a crecer al lado de una madre trastornada... tal vez incluso hasta ella enloquezca cuando crezca.
─¡Mila, por favor! ─la reprendió la cocinera─, no hables así de la señorita Annabeth.
─Pues señorita ya no es ─dijo mordazmente.
─Hablando de eso ─las interrumpió Lizeth, a lo que ellas de inmediato le dieron su absoluta atención─, em yo bueno... acaso Perla no tiene un padre.
Mila se rio.
─Debe tenerlo si no ella existiría, pero si te refieres a un padre presente, entonces no, ella no lo tiene ─comentó Mila mientras terminaba de secar los platos─, en realidad nadie sabe quién es el papá de Perlita ─susurró bajito.
─¿No?, pero acaso ella no tenía un novio o algo así, digo es una chica realmente bonita.
─Pues si es bastante bonita, pero lo que tiene de bonita también lo tiene de loquita ─dijo moviendo sus manos─, así que no cualquier valiente se atrevería a tanto, además ella ya tiene muchos años enferma.
Lizeth se sorprendió ante lo dicho por la chica parlanchina y en el fondo le agradecía su indiscreción y no porque ella fuese una chismosa, más bien porque había tantas cosas que quería entender y no se atrevía a preguntar a la señora Beatriz. Así que daba gracias que las demás empleadas la hubieses aceptado tan rápido.
─Oh, pensé que su enfermedad era resiente ─murmuró mientras bebía un poco de café─. Creí que había enfermado después del nacimiento de Perlita.
─Pues te equivocas, Annabeth lleva años enferma. Por cierto, Carlota, ¿desde cuándo? Tú llevas más tiempo aquí que yo ─le preguntó Mila a la cocinera.
─Pues enfermo después de la muerte de la señora Atenea cuando ella tenía 13 años.
─Oh, si es verdad y después de que el señor Frederick se casara con la señora Beatriz, la internaron en un psiquiátrico como 2 años, ¿no?
─Sí, a la señora Beatriz le urgía deshacerse de su hijastra.
─Lo dices como si ella no la tolerará ─murmuró Lizeth─, porque a mí me pareció que ella se preocupa mucho por su hijastra.
─Si ya sé, la señora parece ser muchas cosas, pero no te dejes engañar ─le advirtió Carlota─. Esa mujer es el demonio y parece que el único que no lo nota es el señor Frederick.
─No te olvides de su fiel compinche ─suspiró Mila.
─¿Su fiel compinche? ─preguntó Lizeth con curiosidad.
─Mila se refiere a Luke, el enfermero de Annabeth ─le explicó Carlota─, ese chico arrogante se cree el dueño de la casa solo porque la señora Beatriz lo protege.
─Vaya, no sé qué decir ─murmuró pensativa mientras recordaba su fugaz encuentro del medio día con el rubio, específicamente durante la crisis que Annabeth había tenido.
─Pues no digas nada y ni se te ocurra meterte con él porque más tardara en acusarte con la señora Beatriz a que esta te corra de la casa.
─Gracias por la advertencia ─sonrió.
─Por nada, estamos para ayudarnos.