Una semana después
Lizeth se encontraba en el jardín de la casa jugando con la pequeña Perlita sobre una manta en el pasto. El sol de la mañana era bastante cálido, igual que el de los días anteriores.
Una semana había pasado ya desde su llegada a la finca, una semana con alguno que otro incidente, esos que la hacían cuestionarse sobre los secretos que se resguardaban entre las altas rejas que rodeaban la finca Chase.
Mientras Perlita sonría Lizeth hacía divertidos gestos en su dirección, entonces la joven niñera paro con su entretenimiento en cuanto vio a cierta joven rubia vagando sin dirección alguna por el jardín. El verla le provoco una extraña sensación, pero aun así ella no olvidaba lo que podría llegar hacer en un arranque de locura, esa chica que en ese momento parecía tan pacífica.
De un momento a otro, Annabeth comenzó a caminar hasta ellas, lo que puso en alerta a Lizeth. Pronto la rubia llego hasta donde estaban y se arrodilló sobre la manta, ella sonreía, su expresión era bastante tranquila, lo que relajo un poco a Lizeth.
─Hola ─susurró con voz catarina y entonces su tormentosa mirada se posó en la pequeña ojigris provocando que su sonrisa creciera un más─. Ven ─le pidió a la bebé, extendió sus brazos─, ven con mami.
De inmediato la pequeña gateo velozmente hacia el regazo de su joven madre, esta la alzó en brazos y comenzó a frotar su barriguita provocando que la niña estallara en risas.
Ambas parecían felices y tranquilas, por lo que Lizeth no impidió la convivencia madre e hija, pero un par de minutos después alguien más decidió hacerlo por ella.
─Es hora de que vuelvas a tu habitación ─dijo Luke llegando hasta ellas.
Annabeth se sobresaltó al escuchar su voz y antes de que alguien dijera algo más, ella se movió muy rápido escondiéndose detrás de Lizeth mientras ocultaba a Perla.
─No, vete.
─Annabeth ─dijo Luke con un tono represivo.
─No quiero, vete.
─No voy a volver a repetirlo Annabeth ─dijo Luke mientras rodeaba a Lizeth para alcanzar a Annabeth, pero la rubia se movió mucho más rápido, quedado en el lado opuesto a él.
─¡No te acerques! ─le grito al rubio una vez que fue tras ella─. No, no toques a mi bebé.
─Luke ─lo llamo Lizeth─, porque no la dejas un rato aquí con su hija, ella estaba muy tranquila ─sugirió al notar el nerviosismo de la ojigris─, además yo voy a estar aquí al pendiente de la niña.
Luke se quedó callado un momento.
─Está bien, de todos modos, voy a estar cerca por si llega a pasar algo.
En cuanto Luke se alejó, Annabeth se tranquilizó.
─Tranquila ya se fue ─le susurró la rubia a la bebé─, no voy a dejar que te haga daño.
Lizeth la miro desconcertada por lo que había dicho.
─Vamos a dar un paseo ─comentó poniéndose en pie con la niña en brazos y de inmediato, Lizeth la siguió.
─Mami y bebé se van a ir algún día de aquí ─murmuró antes de darle un pequeño beso a Perla.
─¿Por qué van a irse? ─le preguntó Lizeth con la idea de poder saber más de ella en ese pequeño y aparente momento de lucidez.
─Porque nos vamos a escapar ─respondió la rubia como si fuese algo demasiado obvio.
─Ah y... ¿Por qué quieres hacer eso?
Annabeth se detuvo abruptamente.
─Porque no quiero que cuando crezca la encierren como a mí y a mí no me dejen despertar como a mamá.
─¡¿Qué?! Acaso estás diciendo que tu mamá fue...
─Mi mamá ─dijo interrumpiéndola─, mi mami estaba dormida y ya no despertó... yo estaba escondida, yo lo vi ─alzó la voz con desesperación─, yo se los dije y nadie me creyó... dijeron que estaba loca y me encerraron... yo no quería estar ahí ─comenzó a sollozar y Lizeth aprovecho para tomar Perla al ver a Annabeth algo alterada─... se lo dije... papi por favor no me dejes aquí... ella fue, ella lo hizo.
Lizeth la observo sin saber si sus palabras eran delirios o recuerdos, pero si ella realmente decía la verdad, entonces algo muy malo había pasado en esa casa.