—Dios, Mila habla ya —dijo Lizeth al borde de la incertidumbre.
—La señorita Annabeth está en la azotea con Perlita y se va a arrojar —soltó de golpe.
—¡¿Qué?! —exclamó mientras volteaba a ver a Percy.
Tan pronto como escucho la noticia, él ojiverde se echó a correr en dirección a la finca, así que Mila y Lizeth corrieron tras él.
Al llegar al jardín pudieron ver a Annabeth de pie en la orilla de la azotea, ella aún sostenía a su hija en brazos mientras parecía sollozar.
—Annabeth por favor no lo hagas —le suplicó el azabache con un nudo de angustia en su voz.
Annabeth negó en la distancia mientras daba un paso hacia adelante.
—¡No! —grito Percy lleno de impotencia—. No te atrevas a hacerlo.
—Ahh —grito Mila asustada.
—Dios va a hacerlo —murmuró Lizeth.
—Lizeth —la llamo Percy—. Por favor distráiganla, voy a subir por ella.
Sin esperar, una respuesta de Lizeth, Percy comenzó a correr hacia la escalera que lo llevaría hasta la azotea.
[***]
—Lo siento mucho —murmuró Annabeth a punto de arrojarse—. Te amo.
—Annabeth —escuchó a Percy llamarla y ella giró solo para verlo acercarse lentamente, mientras el dolor y la impotencia eran más que visibles en su expresión—. Por favor entrégame a Perla y ven conmigo. No hagas una estupidez, te lo suplico.
—No. Ya no tenemos otra opción, esta es la única manera de escapar —dijo volviendo su vista hacia su inminente caída.
—Siempre hay otra opción, yo te amo. Podemos estar juntos los tres, piensa en nuestra hija.
—Sabes muy bien que jamás nos dejaran estar juntos... lo único que me queda es ella —dijo observando el rostro de su bebé— y por eso no voy a dejarla.
Annabeth dio un paso adelante.
—¡No por favor! Annabeth no te atrevas a hacerlo o te juro que me arrojaré tras de ti.
Annabeth cerro sus ojos mientras algunas lágrimas descendían de ellos.
—Lo siento Percy.
...7 años después...
Era un cálido día de verano, un lindo día en el que Lizeth caminaba por un pequeño parque.
Habían pasado tantas cosas en esos largos años como su rápida salida de la finca Chase, pero después de lo que sucedió ya no era necesaria una niñera ahí.
Aún recordaba ese día y más aún los eventos posteriores a el. Fue duro para ella ver al señor Frederick destrozado al saber todo lo que había sucedió casi frente a sus ojos todos esos años, el cómo se derrumbó, sintiéndose tan culpable por lo que había sucedido con su hija, sintiendo odio por su esposa al saber de las crueldades que le había hecho a Annabeth durante tanto tiempo.
Habían pasado casi seis años desde la última noticia que tuvo de él y lo último que supo fue que después del juicio de Beatriz y Luke vendió la finca y se fue a España lejos de los duros recuerdos. Pero lo entendía no solo sufriría por su hija, sino por descubrir que su exesposa también había provocado la muerte de la madre de Annabeth.
En esa familia había demasiado dolor.
Lizeth se sentó frente a una banca mientras veía a las personas pasar.
—Hola.
Lizeth volteó hacia la voz infantil que la saludaba.
—Hola hermosa —le dijo sonriendo a la pequeña frente a ella.
—Hola Lizeth, ¿cómo has estado?
—Bien, gracias —respondió con una sonrisa mientras veía a la pareja frente a ella.
Ellos se veían bien, Percy y Annabeth lucían realmente felices, muy felices junto a Perla.
Parecía que había sido ayer la última vez que Lizeth los había visto, pero eso realmente había pasado casi 7 años atrás, justo unos meses después de aquel inquietante día en el que Annabeth estuvo a punto de suicidarse. Afortunadamente, Percy pudo tranquilizarla y lograr que ella desistiera de su idea. Pero después de ese día ya nada fue igual, pues la bomba de secretos en la familia Chase estallo.
Después de que Beatriz y Luke fueran llevados a prisión, Annabeth fue sometida a varios estudios para comprobar cuáles habían sido los daños provocados por la sobre medicación de tantos años, dando como resultado la confirmación de que Annabeth tenía un problema de percepción de la realidad. Posteriormente a ello Percy se fue a París llevándose con él a Perla y Annabeth donde está última estuvo rehabilitándose durante tres años y hace casi dos años al fin ellos dos se habían casado.
—¿Y cómo han estado?, ¿Cómo estuvo su viaje?
—Bastante bien —respondió Percy sonriente después de que ambos se sentaran.
—Me alegro y ¿está lindurita? —dijo sonriéndole a Perla.
Perla sonrió mostrando una encantadora sonrisa marca Jackson.
—Estoy muy contenta —respondió la niña—, mis papis dicen que nos quedaremos a vivir aquí.
—Me alegro mucho hermosa, espero poder seguir viéndote pronto.
—Pues ya que mencionas eso —dijo Percy— nos gustaría que trabajarás con nosotros cuidando a Perla y —sonrió— al próximo bebé.
—Van a tener un nuevo hijo.
Annabeth y Percy asintieron sonrientes.
—Siii voy a tener un hermanito —festejo la pequeña Perlita.
—Y bien, ¿qué dices?
—Claro que acepto.
...5 meses después...
—Es precioso —dijo Lizeth—, mientras observaba al recién nacido.
—Quiero ver a mi hermanito —comenzó a decir Perla mientras saltaba de la emoción.
Annabeth se sentó con el bebé en brazos para que Perla pudiera verlo.
—Está muy bonito —murmuró la niña dándole un pequeño beso—, se parece a mi papi.
—Tienes razón, se parece mucho a él —murmuró la rubia mientras le sonreía a su esposo.
—Realmente formaron una familia hermosa —expreso, Lizeth con total sinceridad mientras observaba lo felices que eran y que seguirían siendo hasta el final.
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Fin