─Hola Annabeth ─saludo Lizeth mientras entraba en la amplia habitación.
La rubia no respondió. Su mirada gris se encontraba perdida entre las claras paredes mientras ella frotaba sus brazos suavemente ahí donde aún permanecían las marcas de los maltratos de Luke.
─¿Te duele? ─preguntó observando las manchas púrpuras en sus brazos─. Luke es un maldito, él no debería tratarte así.
─Luke es malo, muy malo ─susurró lentamente la rubia.
─Lo sé, si tan solo lo supiera la señora Beatriz, tal vez no lo protegería.
─Ella ya lo sabe ─dijo Annabeth mirándola por primera vez─, ella sabe todo lo que él me hace y no hace nada para evitarlo ─confesó en un pequeño momento de semi cordura y mientras una traicionera lágrima decencia por su rostro.
Al ver el sentimiento en esa lágrima, Lizeth se preguntó de qué más era víctima esa pobre chica. Lizeth se sentó junto a ella.
─¿Qué más hace Luke? ─le preguntó tratando de sonar lo más tranquilamente posible por temor a alterarla.
─Él es muy malo ─respondió de inmediato─, no quiere dejarme ver a mi bebé, él no quiere dejarme salir de mi habitación ─sollozó─. Me obliga a tomarme esas patillas que no quiero y él se enoja mucho y me pega... y me obliga a hacer cosas que yo no quiero hacer ─dijo comenzando a alterarse.
─ Tranquila ─susurró Lizeth tomando su mano─. Él no está aquí.
─¡No!, pero él va a regresar y va a seguir lastimándome y ya no quiero que lo haga.
—Annabeth tranquila, respira —le pidió Lizeth intentando calmarla.
—No quiero, no quiero —comenzó a murmurar incontables veces mientras cubría sus oídos—, no quiero, no quiero ya vasta.
Lizeth se alejó un poco de la chica observando hacia su alrededor hasta que recordó la llave de los medicamentos. Camino hasta el buró y abrió el cajón comenzando a buscar entre la enorme cantidad de medicamentos algún tranquilizante ligero.
—Dios, ¿qué es todo esto? —dijo observando los medicamentos, Lizeth había estudiado la carrera de enfermería, por lo que los medicamentos no le eran del todo desconocidos—. Somníferos, antipsicóticos, medicamentos para la esquizofrenia, bipolaridad, ¿por qué te suministran tranquilizantes tan potentes? —dijo volteando un momento su vista hacia la chica—. Estos medicamentos son muy peligros en grandes dosis.
Annabeth seguía sin prestarle atención aún sumida en su propio delirio y mientras tanto Lizeth seguía con su búsqueda.
Lizeth se detuvo desconcertada cuando entre la gran diversidad medicamentos encontró una caja en especial.
—Annabeth —le susurro lentamente—. ¿Reconoces estas pastillas? —dijo—, ¿Luke también te da estas pastillas?
Annabeth miro distraídamente hacia la caja de pastillas que Lizeth sostenía en las manos.
—Sí —respondió distraídamente—,... Beatriz dijo que Luke era un idiota y se enojó mucho con él... ella dijo —repitió mientras recordaba—. Por lo menos te estás cuidando imbécil por no permitiré que esta... loca tenga otro bebé.
—Y entonces Luke comenzó a darte pastillas anticonceptivas mezcladas entre tus medicamentos —dedujo Lizeth—. Dime algo Annabeth, ¿a qué te referías cuando dijiste qué Luke te obligaba a hacer cosas que no quieres? —le preguntó con temor.
Pero Annabeth no contesto y solo se recostó contra su cama mientras se ocultaba el rostro con ambas manos.
—Esto es horrible, es peor de lo que imagine —murmuró Lizeth comprendiendo lo que en realidad pasaba—... pero entonces lo más probable es que... Luke es el padre de Perla.