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POV Min Yoongi.

Dios, odio a todas y cada una de estas putas personas.

Bueno, a todas excepto una.

Nunca podría odiarlo. No importa cuánto intenté seguir adelante, ni lo mucho que intenté comprender el hecho de que él ya no quería tener nada que ver conmigo, mi mirada todavía viajaba en su dirección, sólo para ver su hermoso rostro.

El hermoso rostro de mi chico. Bueno, al menos solía serlo.

Al menos pude tenerlo por un corto periodo de tiempo, pude sentir un poco de afecto de parte de alguien que me importaba en esta miserable vida.

Han pasado dos semanas desde que Jimin decidió terminar las cosas entre
nosotros, y mis manos aún deseaban sostener las suyas; aún quería tenerlo
entre mis brazos, aún ansiaba besar esos labios hechos de azúcar que eran tan dulces para mí, en un momento de mi vida donde no había luz. Sólo
oscuridad.

Jimin quitó toda la oscuridad y me hizo sentir vivo de nuevo; me hizo caer por
él tan profundamente y tomó mis manos para guiarme por el camino de la felicidad. Ya no sentía tanto dolor, finalmente estaba feliz con la dirección que estaba tomando mi vida.

En este momento estaba sentado en la banca de la iglesia, junto al chico que
me rompió el corazón, y todo lo que parecía alumbrar mi día sería un
cigarrillo. Acababa de dejarlo pero, de alguna manera, lo malos hábitos son
duros de matar. Especialmente si esos hábitos llevaban el nombre de Park
Jimin.

Tomé mi mochila y me dirigí a los pasillos, deslizándome cerca de él y fue ahí donde hicimos contacto visual por primera vez en mucho tiempo. No pude evitar notar el mismo anhelo en sus ojos que yo reflejaba en los míos.

A la mierda la religión. A la mierda lo que le hace a las personas, los lavados de cerebro y toda la basura problemática que causa. Es a causa de Dios que no puedo tocar a quien amo, que no puedo mimarlo, que ya no puedo tener más estúpidas conversaciones durante la madrugada con él. Que no puedo besar sus suaves labios, decirle lo mucho que significa para mí y halagarlo por ser lo mejor que me ha pasado. Que no puedo adorar su cuerpo como el templo que
es y expresarle lo mucho que lo deseo, a él y sólo a él.

Caminé por el pasillo de la iglesia, recibiendo miradas mientras salía por la puerta principal. No podía importarme menos, necesitaba un cigarrillo.

Jimin miró a Yoongi directamente a los ojos mientras este se levantaba, y
podía sentir su corazón temblando de dolor. Su intención era no hacer
contacto visual con el mayor, de quien se preocupaba tanto, sin embargo no
pudo evitar mirarlo cuando se puso de pie en medio de la iglesia. No tenía idea de hacia dónde se dirigía, pero tenía la sensación de que algo no estaba
bien.

Jimin no había hablado con Yoongi en dos semanas, y parecía que el menor
nunca volvería a abrazarlo, sin importar lo mucho que quisiera hacerlo. Los padres de Yoongi nunca lo aceptarían si se enteraban, y la madre de Jimin tampoco. No importaba cuán angustiado estaba Jimin, parecía que así se iban a quedar las cosas de manera permanente.

Jimin se levantó para ir por un trago de agua, con el interior aún desgarrado
por el encuentro que tuvo con Yoongi. La madre de Jimin lo miró ponerse de
pie, con tristeza todavía en sus ojos, la misma mirada que tenía cuando le
había gritado. Suspiró y, mirándolo alejarse, pensó una vez más en lo que
quería decirle.

Jimin entró a los baños y se agachó para salpicar su rostro con un poco de
agua en el lavabo, para intentar refrescarse, el calor se le había subido a lacabeza por la ira pura que le causaba haberlo perdido todo. Quería a Yoongi;quería las pálidas manos de su chico sobre su cuerpo, quería sentir sus suaves labios sobre su piel de nuevo, dejando rastros de amor y suaves caricias.

PECADOR  YOONMIN +18 [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora