Capítulo 23

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Capítulo 23

Antes de Navidad, asistimos al evento programado para ver la campaña completa. Maggie se encargó que no asistiera ninguna prensa que haya hablado mal de nosotros, así que me siento más tranquila. El lugar es muy lujoso, está decorado todo de Navidad y se siente el ambiente muy festivo. Nick me presenta a varias personas importantes, algunos dueños de restaurantes, otros de hoteles, modelos, empresarios; se nota que le tienen mucho respeto a Nick a pesar que son mayores que él. Después nos vamos a nuestra mesa situada al centro del salón, y están los chicos allí con esmóquines, se ven muy raros, siempre acostumbro a verlos deportivos, y a Nicolas con su filipina y sus vestimentas casuales.

—Dios mío todas las chicas son hermosas —comenta Zack mirando a todos lados—. No puede ser que haya tanto material para mi solo, aunque Nicolas, hermano, deberías ver a Lisa, ufff, ella es chef, son el uno para el otro.

—No me interesa y no vine a buscar pareja —responde Nicolas con el ceño fruncido.

—Ábrete al amor, mira que es lindo —dice Justin—. Deja que fluya, mira todas esas candidatas dispuestas a darte de todo.

—Déjenlo tranquilo, en algún momento si él lo decide, pues será —interviene Nick muy serio.

El evento es sencillo, pero significativo, Nick dice algunas palabras, y Maggie también. Comemos en silencio, mientras el ambiente se escuchan los cubiertos y la música navideña de fondo, en la que todos los Claus la cantan como si fuera un himno. Si la gente supiera que son las personas más humildes de la tierra, nadie pensaría como yo en algún momento con Justin, Zack y Mathias que eran unos mujeriegos, personas que no se la pasaban con nadie y cerrados en muchas cosas; pero la perspectiva cambia una vez que dejas de juzgar a las personas y cuando la conoces más a fondo, te das un bofetón, pides perdón y te reinicias.

Luego de la campaña, a la salida recibimos unos obsequios. Y vamos hacia el Polo Norte, Nick desea que me quede allá en Navidad y en Año Nuevo pasarla en nuestro departamento. Mi voz interior chilla cada vez que pienso en el "nuestro", me cuesta un poco aceptarlo, pero mentalizo que es así y me lo merezco.

»«

Ya es 24 de diciembre, siento que todo ha pasado tan veloz, que todavía no asimilo muchas cosas. Nick me ha besado en todo el día, anda más amoroso que nunca y yo no me quejo, porque también me pongo melosa; yo sé que él anda emocionado por viajar hacia todo el planeta repartiendo regalos y ver a los niños felices. Pero me da gracia, porque me dice a cada rato que me va a extrañar, que me duerma, para que cuando él venga poder esperarlo junto a su familia en la chimenea.

La logística para Nochebuena jamás la había presenciado de esa manera, la cantidad de comida, dulces, bebidas, el ambiente navideño más navideño que nunca, las mesas enumeradas para la cena, con sus centros de mesa (están tienen un mantel verde y rojo, en el centro un cascanuez según me explico Nick, porque ni idea, y los platos blancos con detalles navideños, los cubiertos en cada lado y el vaso de reno que sí me parece muy tierno). En otra área pusieron unos puffs para relajarse luego de la cena y el encendido del árbol que se dará después.

—El monitoreo estará activo hasta que culminemos, ya el trineo está listo, los regalos y los renos. Ya los demás saben qué hacer —explica un elfo con traje azul cielo, quienes son los que estarán en la misión de ver las pantallas y asegurarse que los niños estén dormidos.

Los elfos de traje rojo con gorro de Navidad, son los que acompañan a Santa en la misión de dejar regalos en cada árbol de Navidad. No imagino los nervios por si alguno se despierte, por más que sepan quién es Santa, la idea es que se mantenga la ilusión más viva que nunca. Y más cuando la gente ya dejo de hablar estupideces en las redes y se han enfocado en compartir sus outfits y cenas (hipócritas, pero bueno, mejor así), todo se ha mantenido en control.

—¡Gorila, ¿dónde andas?! —pregunta Nick gritando por todo el lugar.

—Aquí, en la cocina con la abuela Claus —respondo sin tener que gritar porque ya siento sus pasos—. Nunca había hecho galletas de ese estilo —le comento a la abuela quién sonríe.

—Ay, querida, esa es la magia de la Navidad —su voz es tan dulce que me trasmite mucha paz.

He estado haciendo galletas por dos horas, decorarlas, juntarlas, glaseadas, todo eso. Y también ayudé a Nicolas con los pasteles.

—¿Ya terminaron? —pregunta al llegar a la cocina—. Deberé llevarme unas cuantas porque se acaban rápido.

—Hemos hecho suficiente, es más la abuela sugirió darles una cajita a cada uno, y Nicolas hizo también —respondo terminando de colocarle la estrella al árbol.

—¿Te falta mucho, princesa?

—Sí, pero ya vienen los chicos a ayudar. Y terminaremos rápido.

—Necesito robarte a tu ayudante, abuela.

—¡Vayan!, no se preocupen.

—¡Ya vinimos a ayudar!, ¡Dios, amo la Navidad! —grita Mathias poniéndose un delantal—. Y las galletas de la abuela son la cosa más rica del universo.

Me voy con Nick quien anda desesperado, quién sabe por qué. Caminamos hacia la habitación, que queda al final del pasillo, para cerrar la puerta y me dice que debo mantener los ojos cerrados. Le hago caso, sin saber que esperar, no me gustan las sorpresas porque me pongo muy ansiosa, pero debo ser paciente.

—Ahora ábrelos —dice Nick bajito. Al hacerlo verlo a mis amigas escondidas entre el armario, para hacer el escándalo del siglo.

—¡AHHHHH! —gritamos todas mientras nos abrazamos.

—Y en esta caja es lo que te pondrás hoy —me dice Nick sonriendo. No aguanto y abro la caja para encontrarme con el vestido más hermoso del planeta. Es ligero, color crema, apto para que me quede con la panza, además unas zapatillas de color gris, aretes del mismo color del vestido y un collar con dos iniciales (A y N)—. Te amo, y nos vemos en un ratico. Diviértanse y por favor, no dejen a los chicos con la abuela, porque se comen todas las galletas. ¡Ahora no se que haré cuando te vea vestida! —dice antes de irse y mi cuerpo tiembla.

—No sé como hizo, Al, pero estamos aquí y prenderemos la rumba —dice Megan emocionada.

—Yo tampoco, pero cuando nos dijo, no pudimos decirle que no. Había hablado con nuestros jefes, y para que nuestros padres no la pasaran solos, vinieron también —comenta Nanny emocionada—. ¡Qué emocionante!

Salimos de la habitación para terminar de ayudar en la cena. Nunca había sentido un ambiente de esa forma, se nota demasiado que la festividad se la toman seriamente. Parece como si alguien se fuese a casar debido a todo lo que implica hacer todo, desde decoraciones hasta la comida. Y será la primera vez que la pase lejos de casa, lo cual me siento melancólica, porque sí extraño a mis papás a morir y todo se siente extraño, pero a la vez es acogedor. 

Embarazada de Santa Claus  © (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora