36 | Esta va por mí

264 29 0
                                    

Podría decir que jamás imaginé que la última semana de las vacaciones las pasaría así, durmiendo de dos a tres horas por la tarde, a penas probando dos comidas al día, y bajando a la playa solo por las mañanas para escuchar el oleaje, con la esper...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Podría decir que jamás imaginé que la última semana de las vacaciones las pasaría así, durmiendo de dos a tres horas por la tarde, a penas probando dos comidas al día, y bajando a la playa solo por las mañanas para escuchar el oleaje, con la esperanza de que me transmita un poco de paz.

Podría decir que no me lo veía venir, pero la verdad es que desde que papá nos dio la noticia del viaje, todo eso fue lo que imaginé que sucedería. Lo que no imaginé fue que conocería a Iván y que esto cambiaría todos mis planes.

Así que lo que realmente quiero decir es que, jamás imaginé que así sería todo una vez que él ya no estuviera. Una semana en ese infierno.

Solo una semana sin él tenía que sobrevivir antes de volver a Monterrey. Conté cada mañana con la esperanza de que el tiempo fuera más rápido, pero vaya que este te juega sucio cuando de olvidar algo se trata.

Sin embargo, a pesar de todo, y si debo salvar algo de todo el infierno de esa última semana, salvaría el tiempo con mi hermano. El muy cabezón se ha esforzado demasiado por demostrar lo arrepentido que está de haber dicho lo que dijo. Y su forma de disculparse ha sido pasar tiempo a mi lado. Al principio traté de alejarlo, pero cuando recordé que es tan terco como yo, simplemente lo dejé. Lo dejé quedarse.

No mentiré que al principio me costó acostumbrarme a que ya no era Iván la persona sentada a mi lado en el sofá o en la arena frente al mar, si no mi hermano. Pero cada momento fue especial.

No podría estar más agradecida con él. Por no abandonarme. Por acompañarme en mi dolor y dejar claro que nunca más pondremos distancia entre nosotros.

Quisiera decir que algo similar sucedió con papá esa última semana, pero si de alguien me he mantenido alejada ha sido de él y de Julia. No me atrevería a decirlo en voz alta, pero en el fondo sé que lo hago por vergüenza. Por lo horrible que he sido con ambos.

—¿Cómo has sobrellevado el regreso de Iván a Argentina? —pregunta Liv de pronto.

Solo entonces salgo de mi mente y me enfoco en ese preciso momento. Estoy sentada en la arena, con Liv a mi lado mientras Sebastián está alcanzando una gran ola con su tabla.

Encojo los hombros, y me giro a verla.

—Nada bien —Rio.

La rubia hace una mueca.

—Entonces no tendré esperanza ahora que ustedes también se marchan.

Pego más las rodillas a mi pecho, y suspiro.

—Si lo dices por mi hermano, te puedo asegurar que él se encargará de mantenerse en contacto contigo. Es un tipo muy intenso cuando está enamorado —Reímos—. Pero en serio, créeme que él hará lo posible por volver a estar cerca de ti.

Dirige su mirada hacia donde Sebastián va de pie sobre la ola.

—¿Y no se te ha ocurrido que quizás Iván haría lo mismo por ti?

NUESTROS MIEDOS | IVÁN BUHAJERUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora