4 | Me lo merecía

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Admito que el viaje en auto no fue tan reconfortante como lo esperaba, y es que el tráfico de la ciudad acabó con una banda de mi energía, y eso que no era yo quien conducía

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Admito que el viaje en auto no fue tan reconfortante como lo esperaba, y es que el tráfico de la ciudad acabó con una banda de mi energía, y eso que no era yo quien conducía.

Sin embargo, todo mejoró en cuanto llegamos a nuestro destino, en donde por fin tuve la oportunidad de conocer al hijo de Sergio; Sebastián.

El chabón es una piola sin duda. Muy parecido a su padre diría yo. No hemos parado de hablar desde mi llegada.

—Siento que te he visto antes, pero no puedo recordarlo —me dice, y yo reprimo una sonrisa.

—No lo creo, loco.

—No, no. ¡Lo digo en serio! —continua—. Déjame pensar.

Me cruzo de brazos mientras espero su respuesta.

¿Será posible que me reconozca por mi trabajo? Que piola de ser así. Una clara señal de que mi canal ha estado creciendo.

—¡Ya sé! ¡Eres el sujeto de los videojuegos! —dice entusiasmado—. El que se pasa el Minecraft en minutos.

Suelto una carcajada, pero no lo niego.

—Me descubriste.

—¡Es increíble! Debo decirte que tu nombre empieza a escucharse cada vez más aquí en México.

Una gran alegría se apodera de mí, pero antes de que pueda pronunciar mis siguientes palabras aparece Sergio.

—¿En dónde está tu hermana?

Repara en su hijo.

—Durmiendo. Pero puedo ir a despertarla si quieres.

—No, no —Se apresura—. Déjala descansar. Mejor acompaña a Iván a que se instale en la habitación que compartirán.

Dicho aquello abandona el salón, así que Sebastián aprovecha para mirarme y luego dice:

—Dime que no eres de los que roncan.

El castaño me guía escaleras arriba

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El castaño me guía escaleras arriba. Llegamos al pasillo y me fijo en que solo hay tres puertas.

—Aquella de en medio es el baño. La de la derecha es nuestra habitación —explica—, y a la izquierda está la de Vanesa. Pero como buena persona que soy, te recomiendo mantenerte alejado de allí cuando ella esté durmiendo.

NUESTROS MIEDOS | IVÁN BUHAJERUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora