42 | Cruce de miradas

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Quiero escapar de allí

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Quiero escapar de allí. O al menos esconderme unos minutos para poder procesar lo que está ocurriendo.

La boda.

Mis familiares.

Los familiares de Julia.

Mi padre que espera dentro de la iglesia.

El retraso de Sebastián e Iván.

Iván.

Este último, mi mayor preocupación.

—Esos dos se las van a ver conmigo en cuanto aparezcan —gruño, y Julia suelta una risita.

Los invitados ya esperan dentro de la iglesia, de modo que allí afuera solo quedamos Julia, su hermana, la pequeña Lola y yo.

—No me molesta entrar unos minutos tarde —me dice ella—, no cuando tendré toda una vida junto a la persona que amo.

Sonrío sin poder evitarlo.

—De acuerdo. Pero eso no evitará que les de una paliza.

Desvío la mirada hacia mi móvil cuando este vibra dentro de mi bolso.

Papá:

Ya están estacionando el auto.

Un escalofrío me recorre el cuerpo. Necesito entrar en la iglesia ya. Le informo a Julia del mensaje, y esta debe de notar mis nervios porque para pronto dice:

—¿Por qué no vas entrando?

—Buena idea —digo, y estoy a punto de marcharme cuando ella me toma ambas manos.

—Vos tranquila y yo nerviosa.

Rio en lo bajo, y mientras sacudo la cabeza le digo:

—Te veré desde la primera fila.

Para cuando suelta mis manos no pierdo ni un segundo más y me adentro en la iglesia.

Los ojos de papá se posan en mí mientras tomo mi asiento en la banca de adelante

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Los ojos de papá se posan en mí mientras tomo mi asiento en la banca de adelante. Alzo ambos pulgares en su dirección, asegurándole que todo está listo. Este suelta un suspiro y se alisa la corbata con la mano.

Se ve muy guapo. No, mejor que eso; se ve feliz.

No quiero apartar la mirada de él, pero entonces el hombre sentado frente al órgano empieza a tocar.

Mi respiración se acelera.

No voy a voltear.

Me quedo inmóvil en mi asiento hasta que escucho unos pasos acercarse, y luego, dos personas se sientan en el mismo banco.

Sebastián y Liv.

Expulso el aire, solo un poco aliviada.

La rubia me dedica una sonrisa y yo me fijo rápidamente en lo linda que se ve en su vestido color salmón. Les susurro un saludo y veo que mi hermano compró una nueva corbata.

Los invitados empiezan a ponerse de pie, así que nosotros hacemos lo mismo. Tomo una larga exhalación.

—¿Por qué se demoraron tanto? —le susurro a mi hermano.

—El vuelo de Iván se retrasó, y además, se le complicó un poco el vestirse en los baños del aeropuerto.

—¿Él está... —callo mis palabras en el momento en el que mi hermano me indica con la mirada y una sonrisa que mire hacia el pasillo.

Y entonces sucede.

Julia camina decidida. Pero no es en ella en quien permanece mi mirada, si no en la persona que camina a su lado y la lleva del brazo.

Es él.

Vestido con un traje negro, tan elegante, tan alto, tan... maduro. No tardo en darme cuenta de que se ha dejado un tanto largo el cabello, de modo que se le ve más rizado.

Iván...

No hace falta decir lo bien que se ve. No cuando mi corazón acelerado está hablando por sí solo.

Pero entonces, y de golpe, mi corazón se detiene, y el mundo entero también. Los invitados, la música, todo... y de pronto, solo somos él y yo, porque nuestros ojos se encuentran.

Después de tanto tiempo.

Después de tanto tiempo

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NUESTROS MIEDOS | IVÁN BUHAJERUKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora