Nunca fui quejumbroso con eso de las necesidades básicas, ya saben, sed, hambre, sueño o incluso mear, el asunto es que, si tomamos en cuenta la falta de apetito que he tenido estos últimos días, las horas en las que he permanecido sin comer algo han sido bastantes, ademas, quiero orinar
Respiro hondo y cierro los ojos, esperando que esas nubes con apariencia de pesadez y humedad no tarden mucho en soltar toda esa agua, huele a qué lloverá y no falta mucho tiempo para mi coartada
En realidad, la lluvia ayudaría de mucho, pues el suelo desprendería ese olor en la tierra que suele desorientarnos al momento de rastrear, ademas, si me apresuro lo suficiente y corro con suerte, podré camuflarme entre lo difuso del panorama, esto podría ser bueno
Según la ubicación de mi teléfono, estoy relativamente cerca de la zona que indicó mi hermana, esa en la que la frontera de la manada de Gerald queda a un par de kilómetros de las tierras libres, esas en las que habitan los licántropos que decidieron vivir por su cuenta, sin la autoridad de un Alfa o el regimiento de algún consejo, no imagino el descontrol en esas zonas
Había escuchado que el delito deliberado es de lo mas común, eso está claro, no hay autoridad alguna que castigue a quienes los cometan, que es justo en esos sitios en los que los mas desquiciados descargan sus instintos carnales y violentos, mi padre me explicó que miembros activos de las manadas mas prestigiosas, se cuelan en las tierras libres para hacer todo aquello que se supone, un licántropo de buenos valores, jamás haría, eso está del asco
Por eso fue que la paranoia se apoderó de las masas cuando muchas personas comenzaron a desaparecer y a muchos de ellos, se les encontró en las tierras libres con severos daños debido a violaciones, golpizas brutales o incluso, aberrantes amputaciones producto de mordidas en lo que parecían ser licántropos en sus formas lobunas, las manadas comenzaron a culparse entre si y todo se descontroló durante varios años
Mis ojos se quedan fijos en ese letrero color amarillo, avisando del peligro que implica estar por estas zonas y respiro hondo para golpear sutilmente el cristal oscuro que me separa del piloto y copiloto, ya es hora
— Hey, ¡Beta! — exclamo aún impactando mi puño contra el cristal, — oye, viejo — insisto y el cristal se desliza, pero solo un poco, la vista que se me brinda es de la nuca de quien conduce y unos ojos fieros al costado derecho, una expresión tan poco amigable que de no ser por la situación, hubiese optado por pasar de mirarle siquiera
— Necesito bajar un momento — explico y él achica aún mas sus ojos, pareciera que lo irrito con solo respirar, convencerlo será difícil, pero necesito salir de esta auto en los próximos diez minutos como máximo, — tengo que evacuar — agrego y lo veo alzar una ceja con fastidio, como si hubiese olido algo desagradable
— Mea en la botella que te di — se limita a decir y cuando el cristal comienza a subir, lo detengo con mis manos
— Me estoy cagando — miento y algo de aire sale por sus labios, como si no hubiese podido retener el disgusto, en serio le desagrado
Sin apartar su vista de mis ojos, saca su celular, dedicándome ese mismo gesto de mal humor, posa su mirada en la pantalla y comienza a manipularlo en silencio, minutos después vuelve su vista al frente sin subir el cristal y aprieto los lados al escuchar eso ronco y profundo "¿si?"
— Tu cachorro quiere zurrar — suelta el Beta y ruedo los ojos ante ese tono de voz odioso que usa al hablar, "¿no puede retenerlo?", cuestiona la voz de Gerald desde la bocina y suspiro hondo
— ¿Aguantas? — cuestiona el Beta, posando su mirada en el retrovisor y niego con la cabeza
— Dice que no — responde hacia el celular y el silencio se extiende por algunos segundos, "está bien, orillémonos y dale solo cinco minutos" , suelta Gerald y mis manos hormiguean del nervio, parece que se ha llegado el momento
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Omega (+18)
Teen FictionMackenzie desconocía quien era en realidad, hasta que él apareció.