2023

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Buenos Aires, Argentina

En la actualidad


Si Mauro se sintió alguna vez tan nervioso como se sentía en aquel momento, no lo recordaba. Él se consideraba alguien tranquilo, a pesar de que cualquier rastro de ese rasgo pareciera inexistente ahora.

Anastasia dijo que estarían en la placita del parque infantil a las 16:30 para merendar juntos, y Mauro hacía media hora que esperaba. También era cierto que se presentó media hora antes de lo acordado, pero es que no podía estar más tiempo encerrado en la casa de su vieja. Sentía que se iba a subir por las paredes.

Pudo dormir un poco en su antigua habitación, y cuando despertó se metió en la ducha. Trató de perder todo el tiempo posible duchándose y luego vistiéndose, para que el momento de reunirse con Anastasia y su hijo no se haga eterno. Pero no sirvió de nada.

Después de comer, decidió mejor ir caminando (a paso lento, para no llegar tan temprano) al parque. Y de todos modos a las cuatro de la tarde se encontró allá.

Cuando por fin vio, a lo lejos, llegar a Anastasia con Alejandro de la mano, su corazón hizo una voltereta mortal hacia atrás de felicidad. Ella lo estaba mirando con el rostro iluminado de alegría mientras él le explicaba algo.

La escena lo conmovió, pero un atisbo de tristeza lo golpeó, pensando en cuántos escenarios como aquel se perdió. Decenas de primeras veces: sus primeros dientes, sus primeros pasos, sus primeras palabras... ¿Sabría Alejandro decir "papá"? ¿O tal vez no aprendió esa palabra al no tener la necesidad de utilizarla nunca?

Un nudo grueso se formó en su garganta. Esperaba poder recuperar los momentos perdidos. Esperaba que Anastasia le dejara hacerlo.


—Hola —ella saludó cuando llegaron.


Mauro se paró rápidamente del banco donde se encontraba sentado.


—Hola... —no pudo evitar mirarla de aquel modo, con tantas emociones mezcladas.

—Vos sos el amigo de mi mamá —lo reconoció Alejandro—. El Goku —dijo, generándole ternura.


Mauro asintió y se puso de cuclillas hacia él, ofreciéndole su puño que el pequeño chocó en seguida.


—¿Qué onda, pequeño Gohan? —le siguió el juego, y el niño se mostró extremadamente feliz.

—Tengo hambre —respondió, y él asintió.

—Obvio, es hora de merendar —se paró nuevamente.


Quedó frente a Anastasia, y sin saber muy bien si sería bien recibido o no, la abrazó. La abrazó con fuerza. Al principio a Anastasia la tomó por sorpresa, pero respondió rápidamente con otro abrazo y una sonrisa.


—¿Qué onda? —preguntó ella cuando se separaron.

—Todo bien. Tenía muchas ganas de verlos... —colocó un mechón de su cabello tras su oreja, y su sonrisa se ensanchó ligeramente.


Empezaron a caminar hacia la cafetería, Alejandro iba unos pasos por delante de ellos.


—Alejo, no te alejes mucho —le advirtió—. Él igual tenía ganas, viste. Tan pronto cómo le dije que merendábamos con vos, se volvió loco de felicidad. Dijo que tenía unas re ganas de ver a su papá —rio.

Corazón vacío ~ DukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora