2023

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Buenos Aires, Argentina

En la actualidad


No fue hasta un mes después que Alejandro hizo al fin la gran pregunta.


—¿Es Mauro mi papá? —dijo cuando estaban viendo Bola de Dragón.


A pesar de que habían estado esperando que esa pregunta salga al aire durante las últimas semanas, los agarró a ambos de imprevisto.

Estaban los tres en el sofá del departamento. Mauro sentado en una esquina, cómodamente recostado contra el respaldo, su brazo alrededor de los hombros de Anastasia, ya que esta estaba medio estirada en el sofá y con la cabeza sobre su pecho. Alejandro estaba sentado en el regazo de Mauro.

Los dos se tensaron, medio irguiéndose en el sofá rápidamente para mirarlo.

Llegó el momento con el que Mauro estuvo soñando durante el último mes y medio, y ahora no sabía qué decir siquiera.


—Sí —respondió Anastasia en su lugar.


Los adultos se quedaron mirando al pequeño, expectantes de cuál sería su reacción. Pero por lo que pareció una eternidad, Alejandro no reaccionó en absoluto. Solo continuó sentado sobre las piernas de Mauro, mirando distraídamente la televisión, pero no prestándole atención realmente a las caricaturas.


—¿Bebé? —terminó por intervenir Anastasia nuevamente.


Alejandro se bajó despacio del regazo de Mauro, haciendo que tanto él como Anastasia se incorporen para seguirlo con la mirada. Sin decir una sola palabra, caminó a su pieza y se encerró allá.

Anastasia suspiró con pesar, cerrando los ojos tristemente. Trató de pararse, pero Mauro la detuvo sosteniéndola suavemente de la muñeca.


—¿Puedo? —suplicó con la mirada.


Anastasia asintió, dejándose caer nuevamente sobre el sofá mientras él se paraba de pie y caminaba a la pieza de su hijo. Anastasia se mordió una uña viendo cómo Mauro tocaba a la puerta antes de abrirla y asomar la cabeza.


—¿Te molesta si entro? —le preguntó al pequeño.


Estaba sentadito sobre la cama, con las piernas colgando en el aire mientras las movía. Alejandro, sin mirarlo, negó con la cabeza gacha.


—Cierra la puerta luego —le pidió.


Mauro le dio una mirada a Anastasia, prometiendo que todo iría bien, antes de cerrar. Afuera, ella se mordió la uña con tanta fuerza que sintió la sangre en su boca.

La pieza de Alejandro era chiquita (fue el balcón antes), por lo que con un paso ya se topó con la cama. Se sentó junto a él, el colchón crujió con fuerza bajo su peso y por un momento temió partir la cama del pequeño.


—¿Querés hablar? —preguntó suave.


Esperó pacientemente por una respuesta que tardó en llegar.


—Tengo preguntas —el pequeño lo miró.

Corazón vacío ~ DukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora