2023

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Buenos Aires, Argentina

En la actualidad


Hicieron el amor toda la noche. Mauro cumplió su promesa y no se vino dentro ni una sola de las veces. En cambio, lo hizo sobre su estómago. Y en su boca cuando ella le dio un pete.

Y la última vez, lo hizo entre sus muslos cuando creyó que no saldría a tiempo.

Se tiraron en el sofá, sudorosos y agotados. Llenos de fluidos, aunque a ninguno de los dos pareció importarles demasiado.

Anastasia se tumbó sobre el pecho de Mauro, que se dedicó a acariciarle la espalda mirando al techo en la oscuridad.


—Si queremos que esto funcione, no podemos repetir viejos patrones... —dijo ella de pronto.

—Tenés razón.

—Tenemos que ser dos adultos responsables y consecuentes. Tenemos un hijo ahora, Mauro. Cualquier cosa que hagamos mal, si nos lastimamos mutuamente, lo estamos lastimando también a él.

—No volveré a lastimarte jamás —prometió.


Durante un momento, se hizo el silencio.


—¿Consumes? —quiso saber.

—Estoy limpio.


Anastasia levantó la cabeza en su dirección. Él pudo ver su expresión a pesar de la oscuridad.


—Te lo juro, Anastasia. Se acabó esa porquería. Hace años le puse fin. No quiero ser esa persona de nuevo. Levantarme un día y no recordar nada de lo que sucedió la noche anterior. Tuve suficiente de eso. Casi muero por ello...


Anastasia se estremeció ante la simple idea. Pudo haberlo perdido definitivamente y ni siquiera lo supo. Aquello la aterrorizó e hizo que se acurruque más a su cuerpo.


—Lamento no haber estado.

—No —respondió rotundamente—. Yo lamento no haber estado.


Se sumergieron en un ligero silencio nuevamente.


—Ahora solo fumo flores —comentó con cautela. Si ella le pedía que deje la marihuana, Dios se apiade de él, pero lo haría.

—No en la casa —respondió ella, sin embargo.

—Jamás en la casa ni frente a Lejo —asintió, estando conforme.

—Y no te equivoques, Mauro —apoyó las manos sobre su pecho para mirarlo—. Si quieres que estemos juntos... Se acabaron las otras.

—No hay otras, ¿qué no entendes? Nunca las hubo.

—Pero las hubo.


Mauro chasqueó la lengua contra el paladar.


—Tecnicismos —bufó—. Puede que hubiera otras en mi pija. Solo ahí. Mi corazón era completamente tuyo. Es y será.

—Nada de eso —volvió a acomodarse sobre él—. Tu pija y tu corazón, ambos exclusivamente míos —diciendo esto, dio una caricia a su entrepierna, que respondió con una sacudida.

Corazón vacío ~ DukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora