Estar en la universidad/ facultad en sí ya es estresante, pero imagina si además de los exámenes -y todo el estrés que este conlleva- tengas que soportar el ser ignorada por aquella persona que te atrae.
Su nombre es Ashton Irwin, y es tú compañero de arte. Él más destacado de la clase gracias a sus perfectos dibujos.
Podrías cruzar el pasillo que separa sus habitaciones y conversar con él, pero el problema es que nunca esta allí. La mayor parte del tiempo lo ves trabajando en el estudio de arte. Siempre haciendo garabatos, pintando algo en su cuadernillo o incluso en un cuadro. Pero no se sabe que clase de dibujos es lo que crea, él nunca muestra lo que están en su cuaderno privado.
Un día cruzas a Ashton y lo saludas sacudiendo la mano pronunciando un Hola suavemente, él solamente baja la cabeza demostrando un ligero sonrojo en sus mejillas a la vez que una sonrisa escapa de sus labios. El joven sigue su recorrido hasta el estudio, sosteniendo siempre con él, ese deseado cuaderno que anhelas algún día observar en su interior.
Ese mismo día, por la noche, dejas tus libros a un lado y descansas un poco tu cabeza luego de dos horas de estudio. Sientes que tú estómago ruge y te fijas la hora 23:35. El comedor cerrará en un diez minutos así que te levantas rápidamente de la cama y te calzas unas zapatillas que ni llegas a atar los cordones.
Sales del cuarto y te diriges al comedor para por lo menos ingerir alguna fruta que haya quedado, pero en el trayecto ves las luces encendidas de un salón; el de arte. Con confusión caminas hacia este, ya es muy tarde para que aún alguien este trabajando allí. Y para tu sorpresa no es más ni menos que Ashton, metido entre los cuadros y con música ligera de fondo. Entras silenciosamente al lugar para no distraerlo de su trabajo.
Sus ojos están totalmente enfocados en el movimiento del lápiz negro sobre el papel y por unos segundos se queda observándolo y sonríe ampliamente a la vez que suspira. Sonríes a su mismo tiempo, su sonrisa es perfecta con esos dientes relucientes acompañados por los hoyuelos bien marcados en sus mejillas.
Ashton deja sus útiles en la mesa y se para de su asiento para observar la hora en el reloj detrás suyo, aún sin notar tu presencia. En ese entonces reúnes todo el valor posible y te acercas a él mirando atentamente su espalda marcada.
Pero antes de empezar una conversación, tus ojos se desvían de esa sexy espalda hacia aquellos dibujos en los que trabajaba el chico hace unos instantes. Abres los ojos a más no poder al notar que son bocetos de ti, de pies a cabeza, increíblemente igual.
Hay bocetos de tu rostro desde diferentes ángulos, como si Ashton hubiese estado observándote por horas admirando cada detalle. También se hallan algunos de cuerpo entero o de la cintura hacia arriba; ninguno inadecuado gracias al cielo. Dibujos de ti sonriendo, escuchando música, concentrada en clase, almorzando, haciendo las tareas, bailando, saltando, tirada en el césped del campus, entre otros, hasta incluso hay uno en la que estás en pijamas.
Estás tan absorta en los dibujos que pegas un saltito cuando una voz rompe el silencio del salón.
-¡Hey! No mires eso. -Ashton dice interponiéndose entre los bocetos y tu. Trata de ocultar la gran cantidad de hojas detrás de él pero es en vano, ya las habías visto.
-¿Por qué no?
-Son cosas mías, no tuyas -nervioso responde. Por primera vez te mira atentamente a los ojos y se queda embobado en ellos por unos instantes hasta que reacciona sacudiendo la cabeza-. Debo irme.
-No, Ashton. -le reclamas-. Déjame terminar de verlos, por Dios son preciosos. -tus labios se curvan en una sonrisa cuando él se rinde y te deja mirarlos.
-¿Te gustan? -cuestiona casi en un murmullo. Volteas a verlo y notas que sus mejillas están enrojeciéndose cada vez más al esperar una respuesta.
-Son hermosos. ¿Todos los has hecho tú solo?
-Si. -traga en seco y se cruza de brazos-. Mira, perdóname si esto es un poco escalofriante o algo por el estilo.
-Te digo, me sorprendí un poco al principio porque tú nunca me hablas y no sé, esto es un poco raro y... -carcajeas y él levanta las comisuras de los labios.
-Lo siento, no quiero asustarte. -interrumpe.
-...y me gusta lo raro. -Terminas la oración a lo que Ashton sonríe ampliamente y se va acercando con pequeños pasos a ti.
-Yo amo lo raro. -susurra cuando esta a solo unos centímetros de distancia. Coloca una de sus largas y grandes manos en un lado de tu rostro y lo acaricia con el pulgar-. Eres tan linda de cerca, tal como lo imaginé.
-Tú eres más raro que yo. -ríes. Pasas tus brazos por su cuello y ves cada parte de su cara hasta llegar a los labios. Alzas tus ojos hacia arriba y lo encuentras mirándote-. ¿Puedo preguntarte algo?
-Claro. -contesta sin despegar sus ojos claros de los tuyos.
-¿Por qué yo? Osea, ¿Por qué solamente me dibujaste a mi, a la persona que nunca hablaste?
-La verdad es que no fue intencional. El día en que llegaste yo estaba en este mismo lugar, estudiando algo y te vi pasar, realmente pensé que eras muy bonita y me puse a dibujarte porque estaba aburrido, la verdad. Entonces cada día se volvió un hábito, venir aquí, verte pasar, capturar un detalle mas de ti y dibujarlo. Terminé haciendo muchos bocetos como podrás ver. -carcajea-. Y empecé a aburrirme de solo verte en los pasillos así que salí de estas cuatro paredes y fui al patio, donde te veo casi todos y todo el día. Me daba nervios acercarme y mostrarte algún dibujo por qué creía que pensarías que estaba loco u obsesionado contigo. Cuando no lo estoy, es decir, me gustas pero tampoco soy un acosador psicótico que quiera secuestrarte. -Los dos sueltan un par de risas-. Y a menudo que te iba cruzando en alguna clase, en el comedor o hasta en esas extrañas reuniones, barra fiestas, en los cuartos de los demás; te iba observando y recordando para luego dibujarte. Es un poco extraño, lo sé pero me gustas tú, me gusta tu belleza natural. Adoro tus expresiones faciales y la forma que eres de persona. No te conozco mucho que digamos, pero se nota que eres tranquila y muy buena amiga, compañera y mujer. -suspira luego de tanto hablar-. Y espero poder conocerte más.
-Ten seguro que lo harás.
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