8. Astronauta del desierto

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Siempre hay una chispa
hecha de cualquier sentimiento,
un aliento extra dispuesto
a aportar lo que no aporta la avispa:
la miel de la abeja.

Y para poder producir esa miel
he de contarle que transito desiertos áridos de cráneos secos repleto,
de gusanos revolcándose en piel:
la piel que desgarro desde mis adentros.

Pero no vale el producto
cuando no hay consumidor,
y aunque el consumismo nos tiene en la punta del tenedor,
por medio de la consciencia está el conducto.

Y ahí está la razón
del "¿por qué esos ingredientes?"
viajero del cosmos es exigente
para darle su toque de sazón.

No hay un motivo
pero me es suficiente el seguir vivo,
díganme, ¿qué motivo tuvo la lluvia para caer e inundar con su relajante ruido?

Al astronauta del desierto le afecta
la relatividad cuando viaja,
el espacio-tiempo se desgaja
a la par que lo atraviesa en línea recta.

El ayer es el futuro del presente pasado,
el presente es el pasado del futuro,
y mañana será el presente
del futuro pasado.
Mañana será como siempre.

Viajero del cosmos se navega por la fuente,
sobrepasa códigos y dimensiones,
acciones, reacciones, leyes que la física impone,
también sobrepasa su mente.

Y tantas nebulosas, tantas galaxias,
tantas estrellas, cometas y planetas,
allá no había cráneos, solo belleza obsoleta
y repleta de ataraxia.

Viajero del cosmos, ¡tantos recuerdos!,
tanta sabiduría en la vastedad,
tantas vidas con imperturbabilidad
para acabar caminando en el desierto;

allí donde se unen los granos de arena
con los millones de estrellas,
pero en el día te invade la querella
que te hará repudiar las cosas bellas.

¡Levanta la cara!
¿es que no oyes la lluvia?,
esa que no ocupa motivo,
esa que nos enjuaga las penurias.

No hay un motivo,
te debe ser suficiente el seguir vivo,
dime, ¿qué motivo tuvo la lluvia para caer e inundar con su relajante ruido?

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