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❝Eres un desastre.❞
Apenas se puede oír bajo el zumbido de su PC, con el ventilador funcionando para mantener la unidad fría. Además del continuo contacto húmedo de sus caderas contra tu trasero, su murmullo está casi mezclado con el caleidoscopio de luces de neón y la tenue música de videojuegos.
El desorden se consideraría un eufemismo: estás absolutamente destrozado. Es la pura ironía de que escupe cuando estás solo lo que normalmente te hace reír, pero ahora te hace llorar debajo de él. Lágrimas que corren libremente por tu cuello y caen sobre la almohada, ahora capaces de salir de tus ojos y brillar iridiscentes.
Si pudieras hablar, le rogarías a Kenma que te diera un respiro, reducido a nada más que un pequeño desastre de semen y baba bajo sus palmas. Gimiendo contra las sábanas con dos manos agarrando tus caderas y bajándote sobre la polla de Kenma. ❝Por favor, no más Kenma- no puedo.❞
Su barriga se hunde, el peso se acumula en su pelvis mientras su trasero es golpeado contra el colchón. ❝Te vas a correr de nuevo❞. Es todo lo que dice, ni siquiera ordena porque sabes que es verdad. La peor parte es que suena aburrido, con un tono monótono en su voz y un suave acento que hace que el cruel nudo en tu estómago se revuelva.
Y tiene razón, tu agujero revolotea alrededor de su polla mientras tu longitud se balancea y se contrae contra tu ombligo. Manos agarrando una almohada solitaria como un ancla, Kenma presionando sus caderas contra las tuyas. Es tan brutal porque él sabe... sabe que te hace tomar medidas drásticas y ver estrellas. Sigue golpeando tu próstata, ese lugar dentro de ti que te hace bizca y llorosa, la bobina de hierro caliente se rompe dentro de tu estómago y te hace derramarte sobre las sábanas, otra vez. ❝¡Joder-!, joder, joder, Dios mío❞.
Tu rostro cae contra las sábanas, aplastado contra la tela negra mientras gimes y convulsionas debajo del hombre. Él inclina sus caderas hacia arriba, inclinándolas hacia atrás para que la cabeza roce ese punto con más fuerza, y dejas escapar un gemido. Y Kenma dejó escapar algo parecido a una pequeña risa. No debería ponerte tan duro como lo hace, pero no puedes evitar los pequeños movimientos de tus caderas, el leve tic en tu garganta ante el sonido.
❝Te ves bien así, tal vez debería mostrárselo a todos, lo buena puta que eres❞, dice, deslizando sus manos por la curva de tu espalda, presionando sus pulgares en los huecos. La idea te hace apretarlo, tu polla rozando las sábanas mientras Kozume te empuja hacia abajo. Está húmedo, caliente con semen, baba y otros fluidos resbaladizos.
Nadie hubiera pensado que alguien como él tuviera toda la energía para golpearte contra el colchón. pero lo hace con facilidad. Abre mucho los ojos cuando él te empuja hacia adelante, ❝Espera-a frotando❞. Él sabe, sabe que cuando te empuja hacia abajo, la sábana frota contra la parte inferior de tu polla, los continuos surcos de su longitud te hacen arrastrar la tela texturizada. Prolongando tu orgasmo. ❝Tan lindo.❞ Murmura, estremeciéndose cuando aprietas de nuevo.
Kozume te da tres embestidas oportunas antes de hacer una pausa, inmovilizándose hasta el fondo mientras se descarga por dentro. Agarrando los costados de tu cintura mientras se corre, y no puede evitar el cruel giro de su mano que se le escapa mientras la envuelve alrededor de tu hipersensible punta, tocando la punta. Saltando de longitud en su agarre, las yemas de sus dedos probando el eje hormigueante que, francamente, ya no puede correrse.
❝Uno mas.❞ Es todo lo que dice. Y dejas caer tu cabeza sobre el colchón, sintiendo cómo él empuja dentro de ti.
