Capítulo 8

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NARRA NAIELY WADE

El tiempo corría y corría sin dejarme procesar bien todo.

¿Cómo habían pasado ya 10 meses desde que lo conocía?

¿Cómo habían pasado 3 meses de estar yendo con la psicóloga?

Y más importante aún...

¿Cómo habían pasado ya casi 7 años de la muerte de mi madre y mi hermana?

7 largos años.

¿Cómo es que mi corazón seguía latiendo? Porque viva... viva... en toda la definición de viva no estaba.

A la primera semana del accidente supe que moriría antes de cumplir los 20 años, fuera de la manera que fuera no estaba segura de sobrevivir más de 9 años sin ellas; no estaba segura de sobrevivir el primer año, pero los 9 era una fecha un poco menos depresiva.

Porque el 9 es importante.

9 de noviembre fue la fecha en la que nació Pixie.

9 de abril fue la fecha de mi nacimiento.

9 habían sido los besos que me dio mi hermana al conocerme la primera vez, o eso dijo mamá.

9 habían sido las veces que desperté durante la primera noche que pasé en casa.

9 fueron las veces que mama intento hacer que me viera presentable en la foto de mi primer año, no funciono, salí toda extraña en esa foto.

Era 9 del mes en el que entre al kínder.

Había 9 mini pasteles de arequipe en mi fiesta al cumplir cinco años, me los comí todos; recuerdo esa como la última vez que Daniel estuvo presente en una fiesta de la familia.

Fueron 9 los besos que le di a Pixie para que me perdonara cuando le eche una libra de purpurina en la cabeza el día de su cumpleaños número 14, en mi cabeza era una linda sorpresa.

Fueron 9 los meses que transcurrieron entre la fiesta de Pixie y el accidente.

Si, el 9 es tan importante como doloroso.

Estoy a dos años de cumplir esa fecha limite y estoy a cuatro meses del aniversario de ese accidente.

Pensé que tenía que procesar esa noticia, habían pasado casi los 7 años y para mi nada mas ayer salía del hospital. No era buena para procesar noticias, pero en este caso tenía que hacerlo o este año si iba a lograr lo que no se pudo el año pasado, un motociclista había aplastado el frasco de pastillas con el que planeaba ahogarme esa noche, quedaron hechas un polvo blanco en la calle y cuando pensé que podía inhalarlo empezó a llover. Si, debía tratar de procesar estos acontecimientos.

Salí a correr, no era la mejor de las ideas ya que era terrible para los ejercicios, pero salí.

Trate de alejarme del centro y corrí lo más rápido que pude alejándome del instituto, de mi casa, cuando llevaba al menos 10 minutos de carrera me deje caer a un lado de la calle, sentía que se me saldría el corazón, latía tan fuerte, incluso mi cerebro parecía latir con toda la agitación.

Mientras conseguía recuperarme observe todo a mi alrededor y todo me pareció tan pacifico, tan silencioso y tan tranquilo, que quise correr aún más rápido para que todo siguiera así, esta salida parecía haber adormecido mi cerebro y me encantaba, incluso sentía que podía aguantar todo lo que se me viniera encima.

Después de eso salí a correr dos veces al día, en la mañana corría media hora y no era suficiente, pero lograba que durante todo el día no estuviera tan apagado, en la tarde corría tres o tal vez cuatro horas cuando volvía del instituto y volvía a casa antes de que Daniel llegara a casa, empecé a amar esa rutina.

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