Capítulo 11

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NARRA NAIELY WADE

El primer día salí a correr y al volver me sentía con fuerza así que lo dije lo más fuerte que pude, pero no abrí los ojos. Durante todo el día, en el momento en que las recordaba lo repetía, así pude entrenar con Erkan sin enloquecer.

El segundo día no salí a correr, no tenía la energía para eso, pero cuando estuve frente al espejo lo dije con fuerza y con los ojos abiertos, aunque en esta ocasión caían de mis ojos genuinas cascadas.

El día había llegado.

El calendario detrás de mi puerta marcaba el 22 de agosto casi con tinta roja.

Era un sábado por lo que no tuve mucho de qué preocuparme por las clases.

Me puse ropa negra y una chaqueta de Pixie llena de flores y piedras, si me concentraba bien aún podía sentir el aroma de mi hermana impregnado en la chaqueta, inhalé con fuerza. Cuando baje a la cocina Daniel ya no estaba en casa, era normal, desaparecía durante todo este día y volvía muy entrada la noche, casi a la 1 de la mañana, pero igual que todos los años, allí estaban las flores descansando sobre la mesa, un arco de rosas rojas para mama y un arco de margaritas para Pixie; Daniel nunca las visitaba en esta fecha, pero cada año había dejado estas flores en la mesa con la única instrucción de que las llevara al cementerio.

El día estaba nublado, parecía que iba a llover, pero nunca llovía y lo sabía porque los 22 de agosto siempre eran así, nublados y grises, mientras caminaba al cementerio note a las personas que pasaban, casi nadie trabajaba los sábados, la mayoría usaba este día para estar con su familia y relajarse un rato, para limpiar su casa o para cualquier otra cosa... vi a estas personas tan tranquilas viviendo su vida, tan ajenas al dolor que había a su alrededor y me pregunte si alguna vez alguien me había visto y había pensado lo mismo, que yo vivía muy tranquilo mi vida, que equivocada estaba esa persona en ese caso.

Ahí estaba de nuevo, ese ángel de la muerte en la parte de arriba de la entrada, cuando era pequeña me parecía imponente, ahora el problema es la frase que hay en el arco de la entrada, la frase que parece decir ese ángel.

"Respétame, porque lo que tú eres, yo fui y lo que soy, serás"

Esa frase era muy real, pero hacía que me diera escalofríos.

Las rejas blancas frente a mi parecían retarme a empujarlas y entrar, durante 6 años esta fue la parte más difícil, atravesar esas rejas sabiendo lo que significaban, podía fingir que mi madre estaba en el trabajo y que Pixie estaba en el instituto, pero esas rejas hacían todo tan real que no podía ignorarlo.

Entre.

Conocía el camino de memoria, las flores a cada lado le daban un aspecto de parque más de cementerio y la fuente en todo el centro lo hacia todo más difícil.

Dos a la derecha, una a la izquierda y al fondo.

Parecía casi un mantra.

Doble a la izquierda y hay estaban, las dos lapidas en mármol blanco, una al lado de la otra.

Amelia Sandoval, 1963-2016 "Tus abrazos nos escondían del mundo y tú bebida de manzanilla nos daba paz, siempre en nuestro corazón porque fuiste hija, hermana, prima, tía y madre"

Pixie Wade, 2001-2016 "Sonrisa bella y radiante, verte era como estar viendo el atardecer, tan alegre y tan bonita de corazón, todo el que te conoció supo que eras lo más bonito que el mundo tenía para ofrecer, siempre en nuestro corazón porque fuiste hija y hermana"

Me derrumbe nada más llegar, me sostuve el pecho y llore, por primera vez, me permití llorar por lo mucho que las extrañaba, por lo mucho que me hacían falta y por lo que me dolía el pecho y el alma por no tenerlas conmigo.

Siempre había llorado por culpa, porque yo debía estar en su lugar y no ellas, pero en esta ocasión deje que todo el dolor saliera, dolor porque ya no estaban conmigo y nunca las volvería a ver, dolor porque me habían dejado sola demasiado rápido.

El sol empezó a salir por un lado de las nubes y solo así pude calmarme, acomodarme en el suelo y empezar a conversar con ellas un rato, me quedé hablando con mama y luego con Pixie, había cosas diferentes que quería contarle a cada una por separado. Algunos consideran absurdo hablarles a las tumbas, pero para mí era como si me desahogara, como si echara fuera de mi cuerpo todo lo que quería contarles, como si ya no tuviera que cargar yo solo con lo que sucedía y con mis sentimientos.

Stephanie me había dicho hace un tiempo que contarles mis sentimientos a las personas correctas hacía una especie de cadena humana que me apoyaba, que podían no estar allí físicamente, pero que con su recuerdo en mi mente podían darme fuerza para seguir, en este momento sentía esas palabras como lo más real que hubiera oído alguna vez.

Había pasado al menos seis horas hablando con ellas cuando me levante, deje los arcos de flores en cada esquina y me lleve los anteriores para tirarlos.

Al salir de ese cementerio pensé por primera vez que seguir adelante sin ellas no era olvidarlas, era tenerlas presente en mi mente, sabiendo que su recuerdo me daba fuerza para continuar.

Allí pensé que mi esperanza de vida podía ir un poco más lejos que 20 años.

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