Preparativos

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Adrien llegó a casa, todavía emocionado, pensando en varias ideas para su fiesta. ¿Qué comida debería servir? ¿Cómo organizaría las mesas? ¿Y la pista de baile?

"¿Adrien?"

El rubio saltó, dándose la vuelta y viendo a Nathalie, con su tablet en la mano, y mirándolo con la misma mirada estoica de siempre.

"¿Si?"

"Tu padre quiere verte un segundo después de que termines de comer."

Adrien sintió que toda su alegría se desvanecía. Si su padre quería verle cuando estaba ocupado trabajando, generalmente significaban malas noticias. Su madre le había asegurado que había hablado con él sobre su nuevo gusto por lo dulce, pero... ¿y si había cambiado de opinión? O peor, ¿y sí ya no le permitiría tener su fiesta?

Con los hombros caídos, asintió, a lo que Nathalie se alejó de él, dejándolo solo en el pasillo. Tragando saliva, fue al comedor, donde su comida ya estaba preparada, sentándose en su lugar, los camareros ya se habían retirado, dejándolo solo, y regresarían en un rato para recoger los platos. Adrien revolvió su comida con preocupación.

"¿Por qué estás tan preocupado?"

Adrien miró hacia abajo, viendo a Tikki asomando su cabeza de uno de sus bolsillos.

"Padre quiere verme, y está ocupado, eso generalmente no va bien" dijo con el ceño fruncido. "¿Qué pasa si está enfadado porque estoy comiendo demasiados dulces? ¿Qué pasa si él ya no quiere que haga mi fiesta?"

"Pero tu madre dijo que habló con él" argumentó la kwami, sonriendo con calma. "Y dijo que quería que organizaras tu fiesta, ¿por qué cambiaría de opinión ahora?"

"No se..."

"Intenta calmarte, ¿de acuerdo?"

Adrien se mordió el labio, todavía nervioso, pero asintió, tratando de comer algo.

Poco después de terminar, salió del comedor y fue a la oficina de su padre, la que utilizaba para el trabajo que tenía más que ver con el papeleo y su compañía. Llamó a la puerta tres veces y esperó, y al escuchar a su padre permitirle entrar, abrió la puerta. La oficina era minimalista en decoración y, al mismo tiempo, elegante. A diferencia de su taller, donde había un cuadro de su esposa, allí había uno de su hijo, a la derecha, hecho el año anterior, casi cubriendo toda la pared.

Aunque a Adrien realmente no le gustaban los retratos de ese tamaño (le parecían demasiado extravagantes), el hecho de que su padre tuviera uno de él le recordó que lo amaba. Pero en ese momento, no podía pensar en ese amor paternal.

Su padre estaba sentado detrás de su escritorio, mirando el ordenador, pero se centró en su hijo tan pronto como entró.

"Hola Adrien" dijo con su tono de voz estricto habitual. "Espero que la escuela haya sido agradable."

"Sí padre."

Adrien no se atrevió a encontrarse con los ojos de Gabriel, su mente aún buscaba razones por las cuales su padre podría estar enfadado.

"¿Sabes cómo vas a organizar tu fiesta?"

El rubio se atrevió a mirar hacia arriba ligeramente, notando que, aparte de la expresión neutral habitual, sus ojos tenían una chispa de curiosidad. Casi de inmediato, sintió que su cuerpo se relajaba, si tenía esa mirada, no tenía ningún problema, pero se mantuvo alerta, por si acaso.

"Más o menos, padre, tengo que hablar con Nathalie para algunos detalles."

"Bien" dijo su padre con un asentimiento, juntando sus manos. "Solo asegúrate de no romper nada."

Las aventuras de Lordbug y Kitty NoirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora