Morgana LeFay

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Capítulo 2



Una chica joven corría por el bosque de Storybrooke. No era consciente realmente de cómo había aparecido aquí.

Lo último que había visto había sido a su maestra, a la Bruja mandarle lejos cuando una chica acompañada de un león, un hombre de hojalata y un espantapájaros habían entrado en el castillo.

Ella no se hacía muchas ilusiones. Si no actuaba rápido, el Mago mataría a la Bruja del Oeste. A su maestra. A la única persona que no había renegado de ella.

Tenía que salvarla. Debía salvarla.

Un portal había aparecido, conjurando fuera de su mundo y de su tiempo. Pero tenía la impresión de que la gente del Mago tenían a su maestra en su poder.

Tenía que liberarla de ellos, porque si el Mago aparecía por aquí sería el final de la Bruja del Oeste. Y ella no podía permitirlo.


¿Pero qué hacer? Ella aún no era una bruja tan poderosa como su maestra. Apenas si estaba aprendiendo los conjuros más complicados...Necesitaba ayuda para esto. Pero ¿A quién acudir? Tristemente, el Mago había sembrado muchos rumores acerca de la maldad de su maestra. Rumores que tenían fundamento, cierto, pero ella creía que el Mago lo que había buscado era desestabilizar a su maestra para que ella no fuese una rival temible para él.


De repente, al escuchar voces, la joven se tensó. Con una habilidad adquirida gracias a años de escabullirse del castillo del rey, se ocultó entre los árboles para no ser vista.Y desde allí observó lo que le rodeaba. Cerca de allí había un cartel de esos que nombraban a los pueblos, este ponía "Storybrooke" en letras blancas.Y la persona que había hablado... sonrió cuando le vio, porque sintió renacer en ella la esperanza de que podría salvar a su adorada maestra. ¿Quién mejor que Rumpelstinskin para ayudarla?


Sin embargo, cuando fue ha abandonar su escondite, algo la detuvo. Otro portal había emergido. Y no sabía por qué, pero ella sintió que era mala señal.

Sintió como si a través de ese portal hubiera cruzado una amenaza. Algo más temible que el Mago y su gente... gente que ella sospechaba, no tardarían en buscarla para evitar que ella realizase su misión.


Ahora bien, ¿Quién podría suponer una amenaza más grave que la del Mago de Oz?

Ella tenía una idea. Jamás la había conocido, pero en su tiempo se hablaba de ella con verdadero terror. Se decía que incluso el Mago temía su nombre.

Cora... pensar siquiera en ella le producía un escalofrío. Pero de alguna manera, ella sabía que Cora acababa de cruzar un portal y que estaba en este pueblo. Y seguramente, traería aliados. Gente temible...


Debía darse prisa. Combatir en dos frentes de manera simultánea no era algo que estuviese en sus planes. No era una opción... porque a pesar de que no tuviese miedo a arriesgarse en una pelea, tenía que aceptar la realidad.


Ella no era más que una aprendiz.

Corrección, ella era la aprendiz de la Malvada Bruja del Oeste.

Tenía que poder con ello. Por su maestra. Y por ella misma.

Cuando juzgó conveniente, abandonó su escondrijo para abordar al Ser Oscuro un poco más allá. Ella no demostró temor al enfrentarse a su maldad, ambos sabían que él era consciente de que ella le había espiado allá en el bosque.


-Quiero hacer un trato contigo.


Dijo la joven sin amilanarse ante su mirada.


-¿No te enseñaron tus padres que es de mala educación hablar de negocios con extraños?


-Morgana LeFay, mucho gusto.


Dijo ella extendiendo la mano, utilizando el mote que le habían dado cuando ella había comenzado a demostrar sus poderes. Cómo se habían burlado de ella. Morgana LeFay, Morgana el Hada. Sin embargo, su maestra no se había burlado. La había aceptado y la había tratado como si fuese su propia hija... ahora ella sería quién la salvase. Si de ella dependía, lo haría, así tuviese que renunciar a su propia alma. Estaba dispuesta a pactar con el Oscuro. Su maestra bien lo merecía.


-No hace falta que se presente señor. En mi tiempo usted es una leyenda. Y por eso se que nadie mejor que usted para ayudarme. Estoy dispuesta a lo que sea con tal de lograr su ayuda.


-No te faltan agallas desde luego...


Ella sonrió con tristeza.


-Tuve una buena maestra.

Ouat: No one mourns the WickedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora