Has venido a buscarme

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Una cacofonía infernal trepanaba su mente. Oscuridad, locura, miedo...

Eso era lo que sentía. Miedo.

Aquello no tenía ninguna lógica. Sólo quería gritar, llorar y pedir ayuda.

Pero nadie acudiría en su ayuda. Lo sabía. Así había sido desde siempre.

No sabía cuánto tiempo había estado sometida a la tortura por parte de Boq, Fiyero y el león. No sabía si lo que veía ahora era realidad u otra alucinación. Ellos la habían lastimado, y para colmo ahora estaba atrapada en otra dimensión infernal, donde revivía sin parar todos los malos recuerdos que tenía, y además estos se deformaban para causarle más daño a ella. Antes de que ella perdiese de vista a sus captores estos le habían hecho pagar caro todo lo que había hecho.

Tenía que haber supuesto que su castigo llegaría. Porque ninguna buena acción queda sin castigo.

No sabía cuando les había perdido de vista, pero ella seguía arrastrándose por el suelo del lugar, dejando tras de su un reguero de sangre. La pierna derecha le dolía horrores, lo mismo que los brazos, que ya los tenía despellejados de arrastrarse por el suelo, intentando huir. Intentando escapar. Se aferró como buenamente pudo a un árbol, tratando de utilizar el tronco y la pierna menos mala para ponerse en pie. Descubrió que estaba llorando, aunque no recordaba cuándo había comenzado a llorar como una condenada niña pequeña. O peor aún, como una cobarde.

Ahogando un grito de dolor intentó dar dos pasos seguidos. Trastabillando y casi volviendo a caer al suelo. No, no, no podía pararse. Tenía que huir. Tenía que escapar. Más lento de lo que le gustaría prosiguió su penoso avance en busca de una huida que la liberase.

Aunque sabía que eso era imposible. Para ella eso no existía.

Rumpelstinskin había cerrado la tienda antes de tiempo. Se encontraba disgustado con todo el mundo. Con Morgana por irrumpir en su vida trastocándola, con Regina por fastidiarle la cita, y con Belle porque ella seguía sin admitir que la magia era una constante en su vida.

Desde luego, vaya desastre. A veces le daban ganas de mandarlos a todos a paseo.

Se dirigió caminando hacia la cabaña que tenía en el bosque. Su lugar secreto, donde practicaba alquimia y la magia a espaldas de Belle. Estaba tenso, todos los acontecimientos recientes le habían puesto en tensión. Odiaba tener que esperar a que los otros hiciesen el primer movimiento.

Odiaba la espera antes de la tormenta. Como odiaba que ahora de repente viniesen a desbaratarle su plan de ser el único junto con Regina que controlaba la magia.

Escuchó un estruendo, como el de alguien cayendo estrepitosamente al suelo, seguido de un quejido y algo que sonaba a un sollozo. Apretó el bastón con fuerza, eso estaba demasiado cerca de su refugio.

Tenía que averiguar qué sucedía.

Con sumo cuidado de no ser detectado avanzó hacia dónde había escuchado el ruido. Ignoró la quemazón que sentía en el pecho, justo donde guardaba la daga. Era como si la daga le quemase ahora, pero él no podía ponerse a mirarla ahora. No cuando tenía que averiguar algo de suma importancia.

Estaba preparado para actuar...

Pero no estaba preparado para lo que se encontró. La que estaba haciendo ese sonido era una mujer, una mujer que tenía el cabello negro medio encostrado en la cara por la sangre y el sudor, estaba tratando de avanzar. Pero estaba tan herida que se caía a cada poco. Pero trataba de ponerse en pie y seguir con su penoso avance. No supo por qué, pero de alguna manera ese caminar le recordó a él en el bosque mágico. Antes de ser el Ser Oscuro. Antes de encontrar una manera para hacerse respetar.

Ella no le había visto. Y cuando calló otra vez fue directa a él. Sólo tuvo que extender los brazos para agarrarla y evitar que se lastimase aún más. Fue entonces cuando los ojos azules de ella le miraron anegados en llanto y dolor. Y fue entonces cuando él se dio cuenta de su piel verde. Pero lo que le descolocó fue su sonrisa, tan triste pero tan ilusionada.

-Has venido a buscarme...

Dijo antes de desmayarse en sus brazos.


Ouat: No one mourns the WickedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora