Se avecinan nubes negras

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Nessa andaba dando unos grititos de felicidad que se escuchaban por la casa.No hacía falta ser un genio para saber que esa explosión de alegría infantil era por Hook.

Nessa estaba feliz de haberle arrancado el corazón al pirata. Estaría entretenida disfrutando de su nuevo "juguete" durante mucho tiempo.

Elphaba escuchaba los gritos de Nessa, pero no le prestaba atención. La joven de piel verde se había bebido por lo menos la mitad del whiseky escocés que su padre guardaba en la bodega.

Y así imbuida por el alcohol se dedicaba a escribir una carta con la mayor de las sinceridades del mundo. Desvelando su alma en esa carta... estaba tan cansada por el peso de las emociones. Esto estaba siendo duro de narices: su padre dios sabe donde buscando a Bae, su madre amnésica y no recordándoles, Nessa haciendo diabluras, Morgana intentando hacer temeridades con la excusa de protegerla... y Jefferson...

No, casi le dolía pensar en él. Pero no podía parar de hacerlo.

Y de hecho era él a quién iba dirigida su carta. Una vez acabada la joven la releyó para sí misma:

Mí querido Jefferson:

Sé que me equivoqué al ocultarte mi condición. Pero, es que estaba tan cansada de ser pisoteada y juzgada... sé que no es excusa, pero por una vez, quería que alguien viese como soy en realidad. No, corrección. Quería que tú me vieses cómo soy, son esa máscara verdosa que me ha obligado a ser El Ser Oscuro.

Soy consciente de que con esto te he perdido para siempre. Y dios, esta vez duele muchísimo más que la primera vez. Yo mandé esta vez a la mierda la segunda oportunidad que la vida me ofreció. Si, definitivamente se que te he perdido para siempre, y duele infinitamente más que la primera vez. Porque esta vez ha sido exclusivamente culpa mía.

¿Recuerdas cuando te hablé de aquel amigo de mis padres, de mi primer amor? Me refería a ti. No he sido consciente, pero tú siempre has estado iluminando mi vida, como una extraña luz celestial. Hermosa, llena de esperanza... e inalcanzable.

Sin embargo, he comprendido que no te hecho bien. Que por ocultarme te he lastimado. Te he hecho infeliz. Y tu mereces ser feliz... aunque me duela que en esa felicidad no haya lugar para mí. Aún así, no te preocupes. No interferiré, yo estaré bien porque aunque sea de lejos te veré sonreír. Y si Emma te puede dar esa felicidad que mereces, entonces ve por ella. Pues tu más que nadie mereces un final feliz.

Adiós, mi sarcástico caballero. Adiós, mi amor inmortal. Mi inalcanzable luz celestial. Te deseo de lo bueno lo mejor.

No te preocupes por mí, yo moraré en las tinieblas pues ese parece ser mi destino. Pero estaré bien sabiendo que tu eres feliz.

Siempre tuya, hasta que el mundo estalle en un torbellino de llamas y las estrellas se apaguen:

Elphaba.

Con manos temblorosas Elphaba introdujo la carta en un sobre, lo cerró y lo puso en el buzón a la espera de que el cartero la recogiese para entregarla. Necesitaba el perdón de Jefferson. Lo necesitaba...

Elphaba miró con ojos vidriosos como unas nubes negras se cernían sobre Storybrooke.

-Vienen tiempos oscuros.

Cohibida por aquella ola de inseguridad Elphaba regresó al interior de su casa.

Y mientras tanto en el otro extremo de Storybrooke una mujer de cabello cobrizo estaba que echaba chispas por los ojos. Si, Cora estaba furiosa. Alguien se había metido entre su hija y ella, y lo iba a pagar. Nadie la humillaba y le robaba a su hija y vivía para contarlo. Se desharía de la hija de su antiguo maestro y de Daniel, sin ellos su camino para recuperar a Regina estaba libre.

Nadie iba a impedirle hacerse con su hija. Y la hija de Rumpelstinskin no sería la excepción. Mientras cavilaba un plan, Cora paseaba por la parte más oscura de Storybrooke. ¿Dónde estaría ese tonto de Hook?

Al mismo tiempo que Cora rumiaba su venganza Glinda y Fiyero estaban teniendo una acalorada discusión.

-No entiendo cómo es que se nos ha estado escapando todo este tiempo.... ¡¡Fiyero eres un inútil!!

-Perdona? ¡Lo hice lo mejor que pude!

-Mira la que has liado.

-¿Yo? Oye que es el Ser Oscuro... algún truco habrá usado. No puedo contra ella Glinda, ¡solo soy un hombre!

-Mmm arreglaré este desastre que has organizado. Llamemos al que si puede con ella.

Dijo Glinda sonriente mientras realizaba un conjuro, hechizando un espejo para que le permitiese comunicarse con su tiempo. Este brilló, al parecer en el otro lado también estaban haciendo el mismo conjuro. E instantes después el Mago de Oz atravesó aquel espejo para plantarse delante de sus fieles.

Fiyero lucía nervioso, el Mago imponía respeto. Pero este sonrió abriendo los brazos para abrazar a Glinda, su mano derecha.

-Mi querida Glinda, una vez más me asombras.

-Siento no haber podido hacer más maestro.

-No te preocupes, tú no me has decepcionado nunca, no ibas a empezar ahora. Cosa que no puedo decir de ti, Fiyero. Bien... voy a ir por una persona que nos ayudará a vencer a esos dos para siempre. Les veré esta noche a las 10 a las afueras del pueblo, debemos planear esto con cuidado... ah y una cosa. Vayan a buscar al doctor Whale, háganlo como quieran... pero él debe estar presente en la reunión de esta noche.

El Mago abandonó la estancia en medio de un estallido de humo blanco, para aparecer de espaldas a una furibunda Cora. Si, la mismísima Reina de Corazones estaba furiosa porque no conocía a esta nueva enemiga suya. Ella sabía las debilidades de Rumpelstinskin, pero eran las de Elphaba las que necesitaba ahora.

-Cora, supongo.

-¿Quién es usted?

-Un amigo. No, n o hace falta ponerse tan agresivos, ambos tenemos el mismo problema. Un problema de piel verde. Se lo que quieres, Cora. Deshacerte de los dos seres oscuros que te apartaron de tu hija y así poderla recuperar.

-¿Cómo sabe usted eso?

-Vengo del futuro. Conozco tus anhelos y puedo hacerlos realidad. Esa condenada problemática verde es también un problema para mí. ¿No te parecería bien colaborar entre ambos y acabar con ellos? Piénsalo, dos pájaros de un tiro. Tú conoces a Rumpelstinskin. Yo a Elphaba.

-Muy generoso querido, pero no termino de ver qué ganarías tú ayudándome. Y no me creo que lo hagas por amor al arte.

-No, por amor al arte no. Por venganza y deshacerme de un rival. Piénsalo Cora... unidos nos desharíamos de ambos para siempre. Únete a mí y yo te daré lo que necesitas para deshacernos para siempre de Elphaba y Rumpelstinskin.

-Me pregunto qué tan lejos estás dispuesto a llegar.

El Mago sacó una funda de daga de su bolsillo interior y se la mostró a Cora, quien al reconocerla no le pudo quitar los ojos de encima.

-Pienso llegar hasta donde sea necesario para deshacerme de Elphaba...

-Entonces, es un trato.

Elphaba despertó llorando lágrimas de sangre. Se llevó las manos al ojos y al verlas un mal presentimiento le recorrió el cuerpo. Eso solo significaba una cosa, que el Mago estaba en Storybrooke.

Ouat: No one mourns the WickedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora