Un héroe se mide por su adversario

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Elphaba cruzó Storybrooke montada en su escoba, hasta llegar al lugar donde se erigía el pozo de los deseos. Vio a Morgana herida y sin mirar fue hacia ella

-No, no... mami no es una trampa.

Demasiado tarde, Elphaba cayó al suelo por una bola mágica que no había visto. Si la Malvada Bruja del Oeste hubiese mirado a su espalda antes de lanzarse a por Morgana hubiese visto a Glinda y a Cora, Glinda de hecho había sido la que la había golpeado. La rubia sonreía con satisfacción.

-Como siempre muy confiada mi estimada Elphaba. Un rasgo de la estupidez.

-Con ella o no, puedo contigo Glinda. Recuerda quién llevaba la delantera en las clases de magia.

- Tú tenías la ventaja de ser el Ser Oscuro... pero eso ha cambiado, ahora, estaremos en igualdad de condiciones.

¿Igualdad de condiciones? ¿De qué estaba hablando? La rubia miró a Cora, quien sonrió.

-Doblégala.

Dijo la Reina de Corazones. Elphaba no entendía, ¿quién...? entonces sintió el ataque, se giró para defenderse de su atacante para encontrarse cara a cara con su padre.

-Papá...

Gimió Elphaba.

-Acaba con ella, Rumpelstinskin, obedece.

Dijo Cora empuñando la daga. Rumpelstinskin parecía divido, como si una parte de él fuese consciente de que estaba sometido por el poder de la Daga. Esa parte de él miró a Elphaba, intentando decirle que él no quería... pero el control era demasiado fuerte. No tenía elección. Y entonces aún con esa mirada de dolor y de impotencia, Rumpelstinskin generó una bola de fuego para lanzársela a su hija. Esta se defendió, no quería lastimar a su padre, no quería pelear contra él, pero debía defenderse de sus ataques.

Ambos luchaban con magia, Ser Oscuro contra Ser Oscuro. Padre contra hija. El choque de sus poderes era tal que Storybrooke temblaba, y el cielo era surcado por unos extraños truenos y relámpagos violetas. Así mismo, el viento comenzaba a tomar un cariz huracanado. Era la magia, que sufría. Eso y el conjuro que se estaba gestando para desviar las fuerzas mágicas hacia el mago hacía que la magia de Storybrooke agonizase. Causando que fuerzas desconocidas y desmedidas afectasen a las estructuras de los edificios, causando caos y pánico entre la población.

-¿¡Qué sucede?!

Chilló David mirando a Regina, chillaba para hacerse oír entre el rugido del viento. La alcaldesa no dijo nada. Fue Nessarose quien habló.

-La has dejado ir...

-Cosa de la que me arrepiento.

-No debería enfrentarse a esto sola, hay demasiado poder en su contra... Voy a ayudarla.

-Espera Nessa, que voy contigo.¿David que haces?

-Pues ir con vosotras dos... hay que evitar que esto acabe en tragedia.

Nessarose miró el cielo con angustia. No era tan optimista como David. Había demasiadas papeletas de que las cosas podrían salir mal.

Elphaba gimió de dolor, su padre había conseguido inmovilizarla en un despiste cuando había tratado de ver si le había dado a Morgana. Y ahora estaba inmovilizada mientras su padre generaba una bola de fuego destinada a ella.

-¡¡DEJALA EN PAZ!!

Y Rumpelstinskin calló al suelo, Jefferson lo había derribado, inmovilizándolo.

-¡¡Es tu hija, ¿que pretendes?!

Que Rumpelstinskin se estuviese peleando ahora con Jefferson para ir a por Elphaba era tremendo. Elphaba se puso en pie y comenzó a vociferar como una demente:

Ouat: No one mourns the WickedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora