Glinda

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Glinda caminaba por las calles de Storybrooke arrugando la nariz, disgustada. No le gustaba para nada este pueblo. Era demasiado común, demasiado vulgar para su gusto. Tener ella que ir a este pueblo miserable. ¡¡Ella, pertenciente a la flor y nata de la aristocracia de Oz!! Ella la mano derecha del Mago.

Sin embargo, tenía que admitir que este pueblo era un sitio perfecto para esconderse. Seguramente del tipo de pueblo que Elphaba elegiría si quisiera desaparecer.

Elphaba... Elphaba la idiota.

Lo habría podido tener todo si le hubiese jurado lealtad al Mago.

Ella había ido a la escuela de Shiz con Elphaba, había sido su compañera de cuarto. Presumía de conocer bastante bien a aquel esperpento de piel verde.

Cómo se había enfurecido cuando le habían puesto de compañera de cuarto a aquella chica. Y todo había sido culpa de su criada, que no había llegado a tiempo para emparejarla correctamente. Ella tenía que haber sido emparejada con otra muchacha de clase social alta, un poco más alta que ella pero no demasiado. Para que mereciese la pena el tratar con ella.

Y en vez de eso se había encontrado compartiendo cuarto con Elphaba. Elphaba que en aquel entonces vestía de manera sencilla, ¡casi parecía de clase baja! Aunque había habido un momento en el que ambas se habían hecho amigas... aunque a ella le agradaba más Nessarose. Era más parecida a ella en cuanto al carácter. Pero le había cogido cariño a aquella chica verde.

Le había enfurecido de sobre manera que ella le hubiese pedido que fuese con ella. Que renunciase a la posición que adquiriría con el Mago... ¡se lo había pedido en nombre de la amistad! Y luego había intentado conquistar el corazón de Fiyero. ¡Desde luego la chica estaba mal de la cabeza!

¿Cómo había pensado que Fiyero, el chico más popular de Shiz, iba a interesarse en ella?

¿Quién en su sano juicio hubiera querido siquiera salir con esa tipa de piel verde?

Si ella se había acabado relacionando con Elphaba porque las de su clase aristocrática la habían marginado por tenerla de compañera de cuarto. Y esta idiota se había ido volando por la ventana con el Libro de Hechizos del Mago. Desafiando su poder...

Había acudido a Nessarose, para que hiciese recapacitar a esa demente.

Pero Nessarose había sonreído con orgullo y había exclamado feliz:

-¡¡Por fin ha hecho algo valiente en su vida!!

Había tenido que lanzarle una casa encima a Nessarose, para forzar a salir a Elphaba de su escondite. Y ahora al Mago se le había escapado otra vez... Afortunadamente ella no era tan torpe como el equipo que había sido enviado a luchar contra Elphaba. Encontraría a esa bruja, y la llevaría ante el Mago para que ella y Nessa respondieran por los crímenes que habían cometido.

Aunque para ello tuviese que estar en este pueblo tan malditamente común y alejado del lujo que ella conocía y merecía.

Morgana corría como una loca. Llegaba tarde al colegio. Como odiaba que Rumpelstinskin la obligase a ir al colegio. Esto era una de las muchas venganzas que estaba haciendo contra ella por el lío que montó cuando se conocieron... y para pagar con alguien que las cosas con Belle no le iban demasiado bien.

¿Y ella que culpa tenía de que El Oscuro fuese nulo a la hora de saber llevar una relación de pareja?

Al cruzar una calle casi se dio de bruces con una rubia de tipo angelical que caminaba como si fuese la diva del lugar... Ella reconoció a esa rubia en cuanto la vio. Era Glinda... ya estaba aquí. Y con bastante más poder que cuando la vio la última vez.

Tenía que darse prisa, tenía que encontrar a su maestra primero. Pero era sumamente complicado hacerlo sin magia, porque Rumpelstinskin no la autorizaba para usar la magia en este pueblo. Su poder estaba seriamente mermado a causa de no estar autorizada a acceder a la magia. Y Rumpelstinskin y Regina eran los que autorizaban para acceder a la magia. Y ella estaba sin autorización. Corrió para que Glinda no la viese, aunque no podía estar segura, porque la rubia infernal se dio la vuelta cuando ella corría camino del centro escolar. Con Glinda en el pueblo las cosas se complicaban aún más.

A ver cómo demonios salía de esta.


Ouat: No one mourns the WickedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora